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Ataque químico en Siria es una apuesta política

AP

06 de abril de 2017 08:45 AM

El presidente de Siria hizo una apuesta muy arriesgada si sus fuerzas son responsables del ataque con armas químicas que mató a docenas de personas en el norte de Siria.

Con la maniobra, Bashar Assad correría el riesgo de cometer un crimen de guerra descarado justo cuando el gobierno de Donald Trump y la mayoría de los mandatarios occidentales habían dejado claro que ya no buscaban la destitución inmediata del líder sirio.

Aunque Assad puede contar con el apoyo de sus principales aliados, Rusia e Irán, el ataque ha reavivado la indignación internacional mientras el presidente estadounidense aún no define su estrategia en Siria.

De modo que, ¿por qué hacerlo? Especialmente cuando las tropas del gobierno sirio dominan el conflicto tras seis años de guerra civil.

Los analistas señalan que habría argumentos militares, además de políticos.

Puede que a nivel político, Assad se haya visto en una posición de fuerza para aplastar a sus oponentes, creyendo que podría hacerlo con impunidad tras los mensajes recientes de Washington, así como por la tendencia de Trump a alinearse con Rusia.

El secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson, dijo la semana pasada durante una visita a Turquía que el futuro de Assad debía decidirlo el pueblo sirio, mientras que Nikki Haley, embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, dijo que Washington no descartaba colaborar con Assad para derrotar al grupo extremista Estado Islámico.

En el plano militar, el ataque del martes golpeó una zona de la provincia de Idlib donde los rebeldes lanzaron hace poco una intensa ofensiva contra tropas del gobierno. El ataque llevó a los insurgentes a unas millas de la estratégica ciudad de Hama, controlada por el gobierno.

La población de Khan Sheikhoun, que sufrió el ataque del martes, se encuentra en la carretera a Hama. Y aunque las fuerzas sirias han lanzado un contraataque y recuperado algo de terreno, el gobierno tiene un incentivo claro para despejar la zona de insurgentes.

"Estas armas atemorizan y desorientan a las poblaciones atacadas y también subrayan para la población local y los rebeldes que el comportamiento del régimen no está sujeto a ningún límite internacional y que por lo tanto la resistencia es fútil", dijo Faysal Itani, miembro destacado del Rafik Hariri Center for the Middle East del Atlantic Council.

Aun así, un ataque con armas químicas de esta magnitud conlleva un riesgo significativo.

Las imágenes de niños sin vida y de gente luchando por respirar recordaron al ataque de 2013 cerca de Damasco en el que murieron cientos de civiles y desató una oleada de condenas de organizaciones y líderes mundiales, que pidieron a Estados Unidos que se comprometa con una solución para Siria.

El miércoles, Trump reaccionó al ataque con una condena inesperadamente firme, aunque no dio pistas claras sobre cómo podría responder Estados Unidos. Dijo que se trató de "ofensa a la humanidad" y acusó a Assad, afirmando que "no puede tolerarse". En la ONU, Haley amenazó con acciones unilaterales de Estados Unidos si la organización no tomaba medidas.

Aunque Trump no ha trazado públicamente una "línea roja" sobre las armas químicas como hizo su predecesor _y se posicionó en contra de una intervención militar contra Assad antes de llegar a la Casa Blanca_, una atrocidad de ese calibre podría ser lo bastante bochornosa como para que cambie de opinión o tome medidas más firmes para demostrar que es más duro que Barack Obama.

El ataque ha abierto una disputa entre Washington y Moscú sobre quién es el responsable.

El gobierno sirio ha rechazado de plano su implicación, acusando a la oposición de intentar incriminarle para compensar las derrotas militares. El Ministerio de Defensa de Rusia dijo que un ataque aéreo del gobierno sirio había golpeado una fábrica rebelde de armas químicas, provocando el desastre.

Un factor que habría tenido en cuenta cualquier responsable es la dificultad de demostrar cualquier cosa después de ataques de esta clase, debido principalmente a la falta de acceso directo. Y en el complejo terreno del norte de Siria, controlado por la oposición y cerrado a investigadores y periodistas, hay varias posibilidades que no pueden descartarse por completo.

El legislador sirio Omar Osse sugirió el miércoles que el ataque a Khan Sheikhoun fue "inventado" para frenar el reciente cambio de estrategia estadounidense sobre Siria.

Assad podría estar apostando a que tendrá más argumentos para negar su implicación si golpea una zona donde los extremistas tienen influencia, arrojando más confusión sobre el ataque. La provincia de Idlib, llena de rebeldes y civiles, está dominada por el grupo Al Qaeda.

Algunos analistas sugieren que Assad podría estar indicando que quiere acciones más rápidas para terminar la guerra en sus propios términos.

"En lugar de hacer concesiones o gestos políticos, el régimen está subiendo las apuestas y el costo político para Occidente por no cooperar", dijo Jihad Yazigi, editor jefe de The Syria Report.

Assad sabe que es improbable que tenga que pagar un alto precio por el ataque del martes, afirmó Yazigi el miércoles en una columna.

"Desde la `luz verde' del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en septiembre de 2013, Assad sabe que un ataque a gran escala contra sus civiles es un revés a corto plazo para sus relaciones públicas, pero un activo político a largo plazo", dijo.

 

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