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Después de 50 años, cubanos esperan viajar libremente

AP

01 de mayo de 2012 04:53 PM

Después de controlar los movimientos de sus ciudadanos durante cinco décadas, Cuba parecía a punto de tomar la decisión de poner fin a muchas restricciones de viajes, mientras un alto funcionario anticipó que se producirá un cambio “radical” y “profundo” dentro de algunas semanas. 
Ese comentario, formulado por el titular del parlamento Ricardo Alarcón, suscitó una plétora de especulaciones entre exiliados, cubanos en la isla y analistas políticos de que la odiada visa de salida podría pasar al olvido, aunque el gobierno de Raúl Castro sigue limitando cuidadosamente los viajes de médicos, científicos, militares y otros en cargos delicados para evitar una fuga de cerebros.  Otros altos funcionarios cubanos advirtieron que no deben despertarse falsas expectativas, dejando a los isleños y a los expertos preguntándose hasta dónde está dispuesta a ir el liderazgo cubano. 
En los últimos 18 meses, Castro ya levantó las prohibiciones a algunos negocios privados, legalizó las ventas de inmuebles y automóviles, y permitió a los cubanos que contraten empleados, nociones que habían sido anatema para la ideología marxista del gobierno. 
Sin embargo, levantar los controles de viajes podría ser un paso más largo, al menos simbólicamente, con enormes riesgos económicos, sociales y políticos. 
Aun una normativa a medias, como reducir los enormes costos de las visas de salida o poner fin a los límites de tiempo que los cubanos pueden vivir en el exterior, serían significativas. 
“Sería un gran avance”, comentó Philip Peters, un experto en Cuba del Instituto Lexington, del estado de Virginia. “Si Cuba pone fin a las restricciones a los viajes de sus propios ciudadanos, eso significa que las únicas restricciones que quedarían vigentes serían las que Estados Unidos impone a sus ciudadanos”. 
La visa de salida cuesta 150 dólares en un país cuyo salario promedio es de 20 dólares mensuales. A quien el viajero quiera visitar también debe pagar 200 dólares a un consulado cubano en el exterior. 
Los que salen sólo reciben pases por 30 días y el costo de la extensión varía por país. En Estados Unidos es de 130 dólares por mes. Los que se quedan en el exterior durante más de 11 meses pierden el derecho a residir en Cuba y hasta antes de 2011, todas sus propiedades pasaban al Estado. 
La eliminación de la visa de salida abriría las puertas a una mayor emigración y facilitaría a los que están en el exterior evitar perder su derecho a la residencia, carga que cayó sobre oleadas de exiliados desde la revolución de 1959. También podría engrosar el número de cubanos que viajan al exterior para trabajar, aumentando las remesas a corto plazo y las inversiones de una nueva clase acaudalada a largo plazo. 
Pero Peters y varios analistas dijeron dudar que las nuevas reglas provoquen algún cambio en las políticas de Washington hacia Cuba, como la prohibición al turismo, que gozan del respaldo del poderoso grupo de los exiliados cubano-estadounidenses. 
“No creo que esto conduzca a un cambio drástico en la política estadounidense, pero una acumulación de mejoras en materia de derechos humanos podría conducir a un cambio paulatino”, agregó. 
Durante años circularon los rumores de que se eliminaría la visa de salida. Las versiones cobraron fuerza hace algunos meses cuando el Partido Comunista apoyó una reforma a la inmigración en una reunión crucial, hasta que Castro aplastó esas esperanzas en diciembre cuando dijo que no era el momento oportuno y que el futuro de la revolución estaba en juego.  Los comentarios de Alarcón en una entrevista publicada en abril después revivieron las esperanzas de que se aproximara el cambio. 
“Uno de los temas que estamos debatiendo actualmente al más alto nivel del Estado concierne la cuestión migratoria” dijo al periodista francés Salim Lamrani. “Vamos a proceder a una reforma migratoria radical y profunda en los próximos meses con el fin de eliminar este tipo de restricción”.  Sin embargo, el sábado, el vicecanciller Dagoberto Rodríguez advirtió a los exiliados que no albergaran esperanzas desmedidas, amenazando mantener siempre algunos controles a los viajes mientras enfrentara una amenaza de enemigos en Washington. 
Los habaneros están a la expectativa para ver qué hace el gobierno. 
“Es hora ya que quiten el permiso de salida”, afirmó Vivian Delgado, una empleada de comercio de 45 años. “Es absurdo que uno como cubano tenga que pedir permiso para salir de su país y peor aún que tengo también que pedir permiso después para volver a entrar”. 
Muchos cubanos se resisten a hablar sobre sus propias experiencias con la visa de salida. Una mujer llamada Miru, que trata de salir de la isla desde 2006, contó su historia con la condición de no ser identificada por temor a que hablar con un periodista extranjero la pusiera en dificultades. 
“Ha sido un proceso largo”, dijo de su odisea, que comenzó cuando su marido desertó de una misión médica en Africa y buscó asilo en Estados Unidos. 
En primer lugar, ella tuvo que conseguir una carta que la eximía de su trabajo en un ministerio del gobierno, un proceso que demoró cinco años. Sólo después pudo solicitar la visa de salida. Eso fue hace tres meses y Miru todavía no ha recibido una respuesta. Las autoridades no le dan un motivo específico por la demora. 
Los controles de salida son un legado de la Guerra Fría durante la alianza de Cuba con la Unión Soviética, instituidos en diciembre de 1961 para evitar la fuga de cerebros mientras cientos de miles de médicos y otros profesionales huían, muchos de ellos para rehacer sus vidas en el sur de la Florida.Tres meses después entró en vigor el embargo de Estados Unidos.

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