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En Alemania será obligatorio vacunarse, ¿por qué?

Alemania está presenciando el repunte de casos más fuerte que ha tenido hasta la fecha y en las zonas más afectadas los hospitales están colapsados.

COLPRENSA

03 de diciembre de 2021 08:08 AM

Alemania tiene la tasa de vacunación más baja de Europa Occidental: 68 % de su población total ha completado el esquema de inmunización (con corte al 1 de diciembre). Además está presenciando el repunte de casos más fuerte que ha tenido hasta la fecha (ver gráfico) y en las zonas más afectadas los hospitales están colapsados.

“Ante esta situación es necesario hacer la vacuna contra el covid-19 obligatoria”, expresó este jueves en rueda de prensa la primera ministra (saliente) de Alemania, Ángela Merkel. Las autoridades no esperaban tan poca aceptación voluntaria.

Quien será su sucesor, Olaf Scholz, también comentó que aquello “no sería necesario” si la situación fuera diferente. La ley, que será votada por el Parlamento alemán antes de finales de año, empezaría a regir a principios del próximo.

Por su parte, Austria y Grecia, también países europeos, señalaron que para 2022 se multaría a los ciudadanos que se nieguen a recibir la vacuna. Según un borrador de proyecto de ley que cita el medio austríaco Die Presse, en ese país los cobros serían de hasta 7.200 euros (cerca de 32 millones de pesos) por persona (aunque hay varias oportunidades antes).

En Grecia, anunció su primer ministro, los mayores de 60 años no vacunados que en 2022 no tengan al menos una cita de agendamiento para recibir el biológico serán multados con un pago de hasta 100 euros (445.000 pesos) por persona. Por ahora, solo estarían exentos aquellos que por cuestiones de salud no puedan ser inoculados.

¿Qué es obligatorio?

El concepto explícito no se ha propuesto en muchos países, salvo algunos como los mencionados. Sin embargo, ya hay acciones que implican obligatoriedad. De acuerdo con Andrea Ramírez, epidemióloga y docente de la Universidad de los Andes, se entiende como lo que ya se conoce por ejemplo en Colombia: “Que para asistir a actividades específicas (comer en restaurantes, ir a conciertos o eventos públicos en general) sea necesario acreditar la vacunación. Bajo ninguna circunstancia es cogerlos a la fuerza y obligarlos a vacunarse, es solo establecer restricciones”. Es una decisión social: si quiere asistir a un evento, necesita vacunarse. Es un condicionante, pero podría elegir no ir al evento.

Sin embargo, pueden haber medidas más fuertes que otras. Particularmente en Alemania, la propuesta es que las autoridades amplíen las restricciones para los no inmunizados: además de los sitios de ocio no podrán ingresar al comercio minorista no esencial, es decir, a ningún establecimiento excepto aquellos en los que se vende comida de primera necesidad y farmacias. Por ahora están siendo aceptados también test de antígeno negativo reciente, pero Merkel no descartó la posibilidad de que el Parlamento endurezca las medidas.

¿Por qué se llega a esto?

La situación en los países que han tomado estas medidas extremas es crítica en el momento: sistemas de salud colapsados y grupos radicales de antivacunas. No encuentran por ahora otra manera de solucionarla.

Llegar a ese punto y tener tantas restricciones, que incluso pueden coartar las libertades individuales, puede tener varias causas. Una es “no haber hecho una buena comunicación social del riesgo”, afirma Luis Jorge Hernández, médico epidemiólogo y docente de la Universidad de los Andes, “olvidando que las medidas obligatorias sirven muy poco en salud pública”.

Para la docente Ramírez, son medidas que no sorprenden en el contexto de emergencia. “Por ahora la forma que hay de controlar la transmisión es con altas coberturas de vacunación: el período de contagiosidad es inferior, hay menos síntomas y disminuye el riesgo de morir”.

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La exigencia de certificados de vacunación no es nueva, son parámetros que ya se usan, por ejemplo, para el ingreso de menores de edad al sistema escolar. A los padres se les exige que sus hijos hayan cumplido con el esquema de inmunización contra enfermedades como sarampión, hepatitis y poliomielitis.

No obstante, de acuerdo con Hernández, este requerimiento se hace en el marco de un abordaje integral: hace parte del control de crecimiento y desarrollo de los niños. Cuando los padres los llevan a los chequeos médicos una de las intervenciones es vacunar.

“Lo que vemos ahora con adultos es una medida suelta.

El Gobierno podría implementarlo: una ruta del adulto sano, similar a la que tienen los niños, que incluya vacuna contra influenza, consejería en dieta, peso, talla, eso sería un plus ligado a una estrategia preventiva, algo muy distinto a una visión militarista de la salud pública”. Según él, puede tener un costo social menor.

Llegar a los antivacunas

Ahora bien, los países europeos como Alemania tienen fuertes movimientos antivacunas, un contexto muy distinto al colombiano (Ver para saber más).

En vista de eso, para el docente Hernández, recurrir a la obligatoriedad es “establecer enemigos y estigmatizar poblaciones”, algo que llega a afectar incluso a aquellos que solo tienen algunas dudas sobre la seguridad o la eficacia de los biológicos.

Para David Bautista Erazo, magíster en Ciencias Farmacéuticas e investigador de la Universidad de Antioquia, la obligatoriedad puede alimentar las razones que tienen los antivacunas para oponerse, pues es como si se confirmaran sus teorías.

Desde las ciencias comportamentales, agrega Mariantonia Lemos, PhD en Psicología y docente de la Universidad Eafit, se afirma que en lugar de endurecer las restricciones deberían aumentar los beneficios. Condicionar el acceso a actividades optativas y de ocio (que no implican actividades vitales) son una opción. “También pueden haber incentivos como un día laboral libre, poder irse de vacaciones, entre otras cosas”.

En ese mismo sentido, coincide Hernández, la buena comunicación y la pedagogía son claves para no cortar el diálogo y aislar. “También es posible ofrecer descuentos en estudios, identificar temores, aclararlos y que haya mayor acceso: las filas, trámites, agendamientos y fallas en las bases de datos traen falta de confianza”.

El objetivo final, de obligar o buscar otras maneras de incentivar la vacunación y evitar el contagio, es en definitiva controlar la pandemia, buscar que tenga una salida.

Hacerlo o no mediante la limitación extrema de libertades continúa siendo debatido y evaluado por los expertos en salud pública. No, en cambio, la importancia de vacunarse, que por ahora es de las pocas salidas al problema, junto a los cuidados como el lavado de manos y el distanciamiento físico. “Hay que controlar la transmisión para terminar la reactivación económica, proteger a los más vulnerables y salir de la pandemia”, concluye Ramírez.

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