Veintisiete años debieron pasar para que los restos de nueve hombres asesinados por la guerrilla durante el conflicto armado guatemalteco pudieran descansar en paz.
El viernes, sus familiares inhumaron sus restos en la comunidad Patalcal, San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, a unos 500 kilómetros al noroeste de la capital.
Los familiares de los fallecidos no hablan español, pertenecen a la etnia Chuj, pero el dolor que se veía en sus rostros no necesitaba de idioma. Pese al tiempo transcurrido los velaron, les rezaron y lloraron al enterrarlos en el cementerio de la comunidad.
Las víctimas fueron asesinadas en la comunidad Ojo de Agua, del municipio de Nentón, Huehuetenango, el 28 de agosto de 1983 por una facción de la guerrilla.
Según sus familiares las muertes se produjeron porque la comunidad se había negado a ayudar a la guerrilla y había denunciado el acoso al ejército.
Los militares, en represalia, bombardearon la zona por donde se desplazaban los guerrilleros.
De acuerdo con Miguel Ángel Morales, coordinador del área de justicia de Cafca --la organización que trabajó en las exhumaciones e identificación de las víctimas-- el lugar era territorio del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP).
Los restos de los fallecidos habían sido exhumados en 2005 pero no fueron enterrados antes debido a la falta de recursos.
Una Comisión de Esclarecimiento Histórico apoyada por Naciones Unidas atribuyó a la guerrilla el 3% de las muertes ocurridas durante el conflicto interno armado que se extendió entre 1960 y 1996.
El otro 97% fue atribuido al ejército de Guatemala, a paramilitares y a otros grupos. Según la ONU el saldo del conflicto fue de 200.000 personas muertas o desaparecidas.
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