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Las ciudades fantasmas españolas empiezan a encontrar a sus habitantes

AFP

10 de noviembre de 2011 04:24 AM

“Si no hubiera habido parón inmobiliario todo esto estaría construido”, dice Samuel Caravallo, un informático de 29 años, mostrando por la ventana del salón de uno de los 34 pisos de ese único edificio, las malas hierbas que cubren unas colinas, donde debería haberse levantado toda una urbanización, a un paso de Zaragoza (Aragón, noreste). 
“Ciudad Zaragoza Golf” debería haber convertido a La Muela, un pueblo de 5.100 habitantes, en la tercera ciudad aragonesa, pero sus miles de viviendas e inmuebles con piscinas, parques infantiles y zonas comerciales nunca pasaron de ser un simple folleto de publicidad. 
“Cuando me metí me decían: vais a vivir en una zona muy buena, con pisos de vivienda libre que costaban el doble al lado, pero mira en que se ha quedado esto. Estamos aislados”, relata David Vera, un jardinero de 34 años. 
Los habitantes de este edificio subvencionado por las autoridades regionales, a un precio de 127.000 euros por un piso de 90 m2, no tienen teléfono fijo, ni internet, ni correo y, si se les avería el coche, la parada de autobús más cercana está a 2 km.  
“Con la crisis que hay, tengo asumido que igual van a ser por lo menos diez años antes de que se construya y se llene la urbanización”, añadió Vera, mirando los terrenos baldíos y estructuras a medio construir. 
La Muela es un ejemplo más de la construcción desaforada que durante una década vivió España y su posterior frenazo como demuestra que en 2006 se concedieran 734.000 licencias para nuevas viviendas, frente a las 91.509 registradas en 2010 por el ministerio de Fomento. 
Un frenesí urbanístico, animado por el crédito fácil, pero que ha dejado un excedente de entre 1 y 1,5 millon de viviendas, nuevas y de segunda mano, sin vender, concentradas muchas de ellas en urbanizaciones surgidas de la nada con la intención de ser grandes zonas habitadas, que poco a poco se van llenando ahora con la caída de precios inmobiliarios. 
Durante el boom inmobiliario, el precio del metro cuadrado subió un 155% en España, según Eurostat, y desde su pico en 2008 ha caído un 22%, pero “todavía hay zonas donde tiene que bajar”, según Jesús Díaz-Meco, gerente de la Inmobiliaria Meco, en el pequeño pueblo de Illescas, a unos 45 minutos en coche al sur de Madrid. 
Para Díaz-Meco, los bancos están liderando las bajadas de precio, tras quedarse con viviendas, cuya financiación no pueden seguir pagando sus propietarios, sean particulares o empresas, habiéndose convertido en “las mayores promotoras que hay ahora mismo en España”. 
Los bancos “venden al mejor precio y además financian sus propias viviendas”, dice este gerente, explicando una política que llena poco a poco urbanizaciones como la de “El señorío de Illescas”, que cuenta con autobuses, colegio, servicios, pero en la que todavía se ven inmensos terrenos, a la espera de que se eleven los edificios que estaban previstos. 
“Los bancos tienen una política muy agresiva de precios, ellos están vendiendo ahora mismo”, dijo Roberto Aranda, responsable de la inmobiliaria Reyal Urbis, la mayor promotora del proyecto Valdeluz, otro proyecto de ciudad nacido al calor de la burbuja a unos 70 km al norte de Madrid para 30.000 personas y, donde por el momento, sólo viven algo más de 2.000. 
Cuando las ventas se paralizaron en 2008, sólo unos 200 “pioneros” se habían ido a vivir a sus instalaciones, pero ahora “se han vendido 100 viviendas en seis meses”, relata Aranda. 
Sin embargo, esa política “rompe-precios” de los bancos impone un ritmo que no pueden seguir ni promotoras ni los particulares que intentan vender su piso, especialmente si compraron en el pico del boom, reacios a vender a un menor precio y perder dinero. 
“Existía la perspectiva de que 'los precios nunca bajaban'. Ahora finalmente han caído, en caída libre, es un shock para los españoles, es la primera vez que pasa”, afirma Fernando Encinar, socio fundador y jefe de estudios del portal inmobiliario de internet Idelista.com. 
“La previsión es que siga bajando”, añadió Díaz-Meco, que concluye, tal vez con cierto optimismo: “todavía quedan de 3 a 5 años para vender las viviendas que tenemos en España si el mercado responde como tiene que responder”.

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