El presidente Bashar al Asad negó el martes haber ordenado disparar contra manifestantes, en un discurso calificado por opositores sirios de “incitación a la guerra civil”, mientras la Liga Árabe denunciaba “actos de violencia” contra sus observadores en Siria.
El secretario general de la Liga, Nabil al Arabi, denunció el martes “actos de violencia contra sus observadores (...) llevados a cabo por partidarios del régimen en Latakia y Deir Ezzor, y por individuos considerados como miembros de la oposición en otras zonas”.
“Algunos (...) observadores resultaron heridos”, agregó en un comunicado la Liga, para la cual “el gobierno sirio es totalmente responsable de la protección de los miembros de la misión de observadores”.
Poco después, el Consejo Nacional Sirio (CNS), que agrupa a la mayoría de la oposición a Asad, lamentó “una incitación a la guerra civil” y “palabrería sobre la división confesional que el propio régimen fomentó y alentó” en el discurso pronunciado este martes por el mandatario.
Asad, confrontado a una rebelión popular y a sanciones por la virulenta represión llevada a cabo por su régimen, aseguró el martes que nunca ordenó disparar contra manifestantes, prometió un referéndum en marzo y juró combatir con “mano de hierro” el “terrorismo”.
Desde el inicio de las protestas en marzo de 2011, que según la ONU dejaron al menos 5.000 muertos, Asad ya prometió varias veces reformas, sin llegar nunca a materializarlas. El martes, anunció una consulta para reformar la Constitución, que da predominancia absoluta sobre la vida política al gobernante partido Baas.
“Cuando la comisión sobre la nueva Constitución haya terminado sus labores, habrá un referéndum (...) en la primera semana de marzo”, y en mayo podría haber elecciones generales, ya con la nueva Carta Magna en vigor, indicó.
La nueva Constitución “se centrará en un tema principal: un sistema pluripartidista”, subrayó.
El jefe de Estado negó haber dado la orden de disparar contra los manifestantes.
“Ninguna autoridad ordenó jamás disparar” contra las marchas populares, aseguró, antes de añadir: “Según la ley, nadie puede abrir fuego, como no sea en defensa propia”. “Gobierno por la voluntad del pueblo y si renuncio al poder será también por la voluntad del pueblo”, dijo Asad, quien sucedió a su padre en el cargo en el año 2000.
El régimen sirio atribuye la revuelta a “bandas armadas” y a “grupos terroristas” manipulados desde el exterior.
En su discurso, Asad volvió a acusar a “partes regionales e internacionales” de “tratar de desestabilizar” al país y apuntó en especial a “los medios (de comunicación) internacionales de tratar incesantemente de que Siria se derrumbe”. Esos medios “fracasaron, pero no se dan por vencidos”, sentenció.
Asad prometió además “mano de hierro” para enfrentar al “terrorismo”, pocos días después de un atentado suicida que dejó 26 muertos en Damasco.
“No puede haber respiro para el terrorismo, lo combatiremos con mano de hierro. La batalla contra el terrorismo es una batalla nacional, no una batalla del Gobierno”, proclamó.
Poco antes, el jeque Ahmad Bedredin Hasun, gran muftí (máxima autoridad musulmana) de Siria, había llamado a los opositores a “deponer las armas”, durante una ceremonia conjunta islamo-cristiana en la iglesia de la Sagrada Cruz de Damasco en memoria de las 26 víctimas del atentado del viernes pasado.
La intervención de Asad se produce en plena controversia sobre la misión de observadores de la Liga Árabe, presente en Siria desde el pasado 26 de diciembre para elaborar un informe sobre la situación del país.
Mundo
Liga Árabe denuncia “violencia” contra sus observadores en Siria
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