La ultima Encuesta Nacional de Demografía y Salud reveló que las mujeres conviven con el enemigo. En el 82% de los casos en que la mujer sufrió algún tipo de violencia, el agresor fue una persona conocida.
Los esposos o compañeros sentimentales son los principales maltratadores, quienes apelan al control extremo sobre su pareja, a la violencia física, verbal, sexual e incluso a las amenazas para evitar que estas denuncien.
En la encuesta las mujeres revelaron que sus maridos las han empujado o zarandeado (33%), les han propinado golpes con la mano (27%); las han pateado o arrastrado (12%); las han violado (10%); han tratado de estrangularlas (5%) o las han amenazado con revolver o arma blanca (3%).
Los departamentos donde se registró el mayor número de mujeres violadas fue en Guaviare y Meta (9%); le siguen Tolima y Casanare (8%); Cundinamarca, Caldas, Valle, Arauca y Putumayo todos con 7%.
Uno de los datos preocupantes de la encuesta es que las mujeres se abstienen de denunciar a sus agresores en la mayoría de los casos porque consideran que pueden resolver el problema ellas solas, porque piensan que los daños no fueron tan serios o porque se sienten avergonzadas y no saben a dónde acudir para denunciar.
Otro de los datos significativos de la encuesta es que no existe gran diferencia entre los porcentajes de mujeres violentadas que no tienen ningún nivel de educación a las que recibieron la primaria y el bachillerato. La brecha se abre en una pequeña medida entre las mujeres que tiene un nivel de educación superior, pero sigue siendo alto (29,4%).
Lo que sí resulta curioso es que las mujeres que tienen un nivel socieconómico medio son las más agredidas (42,5%) que aquellas de estratos muy bajos (34,4%) y bajo (39,9%). El índice también es menor entre las mujeres de estros altos y muy altos (37,2% y 31,6% respectivamente).
Estas agresiones además de dejar moretones en las mujeres provocaron en el 71% de los casos que ellas perdieran el interés en las relaciones sexuales; que bajara su autoestima (51%); que se enfermaran de la cabeza (39%) y peor aún, que se dañara la relación con sus hijos (30%).
Los niños también son maltratados
Las formas más usadas por los esposos o compañeros de las mujeres encuestadas para castigar a sus hijos fueron las reprimendas verbales, prohibiéndoles algo, golpes y palmadas. Sin embargo, aunque resulta paradójico, las madres, resultaron ser más castigadoras que los padres.
Los golpes como forma de castigo son más utilizados por las madres en las zonas rurales, con menor nivel educativo y menor estrato socioeconómico. Caquetá por ejemplo, se destaca por el alto porcentaje de madres que golpean a sus hijos, seguido por Chocó, Cauca, Putumayo y Guaviare.
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Más del 80% de las colombianas ha sido agredida por algún conocido
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