Matrimonios con caducidad en México amenazan el romanticismo

Mariana Viayra, de 34 años y ocupada en los detalles de su boda del próximo sábado, reacciona escéptica ante la idea de ponerle un tiempo determinado a su matrimonio, como propone una iniciativa de reforma presentada en Ciudad de México, que sin embargo otros ven positivamente. 
“Decidir si el matrimonio debe durar unos años, es como ponerle fecha de caducidad, adelantarte al fracaso, anticipar el fin de algo que empiezas con mucha ilusión. Yo no haría eso”, comenta. 
La iniciativa que reforma el código civil de la capital mexicana fue propuesta por una diputada del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que gobierna la ciudad y ha conseguido en los últimos años aprobar leyes que legalizan el aborto y el matrimonio homosexual. 
“La duración del matrimonio se regirá por el término que pacten los contrayentes (...) y que no podrá ser menor a dos años”, señala el texto. Una vez concluido el plazo, la pareja podría renovar el matrimonio y de no hacerlo quedaría disuelto sin trámite adicional. 
“Lo que buscamos no es adelantar un divorcio, sino por un lado darle una oportunidad al matrimonio y, por otro, evitar procesos largos y complicados”, explicó a la AFP la autora del proyecto, Lizbeth Rosas diputada del PRD. 
La reforma se completa con las “capitulaciones familares” que determinan de antemano la forma como se repartirán los bienes, el pago de pensión alimentaria y la tutela jurídica de los hijos en caso de disolución. 
De 33.000 matrimonios registrados en la capital de 2009 a 2011, cerca de 17.000 terminaron en divorcio y 80% antes de un año, según Rosas. 
“En muchos casos, ya hay un hijo y vemos a madres solas, sin recursos, que tienen que esperar, si bien les va, hasta un año para que el juez fije la pensión alimenticia”, explica la legisladora. 
Las reacciones no se han hecho esperar. Viayra que no considera positivo poner fechas en el contrato matrimonial, en cambio sí cree útil y posible fijar acuerdos previos sobre bienes e hijos. 
“Muchas veces, en medio del resentimiento y el despecho, es un viacrucis ponerse de acuerdo”, señala. 
Pero Alberto García, de 46 años y que ha tenido dos divorcios complicados piensa que la iniciativa desalienta el romanticismo. 
“Firmar para casarte ya es un reto, ahora hacer todo un contrato, con fecha de caducidad, asusta. Además, ¿dónde queda el amor, el romanticismo, la sensación de que todo es maravilloso que surge cuando uno se enamora?”, cuestiona. 
Rolando Diaz Loving, catedrático e investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, es también escéptico. 
“Se ha demostrado que los seres humanos no somos muy buenos al momento de pronosticar el futuro, no podemos ser racionales cuando estamos en una situación pasional”, señala, aunque considera que la iniciativa es un ejemplo de la evolución del matrimonio, sobre todo a partir de que las mujeres entraron al mercado laboral. 
La iniciativa tiene aun un largo camino de varios meses por recorrer en el legislativo capitalino y aunque el PRD tiene más de la mitad de los escaños para aprobarla, se anticipa que tendrá fuertes opositores. 
La Iglesia católica ya adelantó su negativa a través del vocero de la arquidiócesis de Ciudad de México, Hugo Valdemar, y también sectores políticos como el conservador Partido Acción Nacional (PAN), que gobierna a nivel federal pero es oposición en la capital.
El diputado Carlos Pizano del PAN cree que ya “existen convenios que regulan los bienes en la sociedad conyugal” y sobre todo que “sería absurdo decidir sobre hijos que no se tienen”. La capital, recuerda Pizano, ya tiene vigente el “divorcio express” que permite la separación con solo la voluntad de uno de los cónyuges.