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“No podemos esperar que la iglesia sea perfecta para amarla”: Papa Francisco

Francisco ha hecho estas consideraciones durante la misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro, la primera y más importante cita de la agenda de Navidad en el Vaticano.

COLPRENSA

24 de diciembre de 2019 05:41 PM

El Papa ha señalado que frente al amor excesivo de Jesús no puede ser una “justificación” para no seguirle “lo que sale mal en la vida”, “lo que no funciona en la Iglesia” o “lo que no va bien en el mundo” al tiempo que ha invitado a dejarse envolver por la “ternura” del Niño.

“Pongamos nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas”, ha dicho.

Francisco ha hecho estas consideraciones durante la misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro, la primera y más importante cita de la agenda de Navidad en el Vaticano.

El Papa ha invitado a preguntarse en Navidad: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”. En este sentido, ha puesto de ejemplo a Jesús que no cambió la historia “constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida”. “No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos”, ha subrayado.

Así, ha instado a acoger el “don de la gracia” porque la santidad no es sino “custodiar esta gratuidad”. Para el Papa, convertirse en don es sobre todo “dar sentido a la vida” que es “la mejor manera de cambiar el mundo”. “Cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don”, ha dicho.

El Papa ha dejado claro que la noche de la Vigilia es el día “adecuado” para acercarse “al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer”.

De este modo, ha contrapuesto la lógica de la tierra, que responde al “dar para tener”, mientras que “Dios llega gratis”. “Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo”, ha señalado.

Por ello, ha manifestado que la Navidad recuerda que Dios sigue amando a “cada hombre, incluso al peor”. “Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien. Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas, sin embargo, el Señor no deja de amarte.

¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados, continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso. Es fiel, es paciente”, ha dicho.

“En esta noche, redescubrimos en la belleza del amor de Dios, también nuestra belleza, porque somos los amados de Dios. En el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, felices o tristes, a sus ojos nos vemos hermosos: no por lo que hacemos sino por lo que somos. Hay en nosotros una belleza indeleble, intangible; una belleza irreprimible que es el núcleo de nuestro ser. Dios nos lo recuerda hoy, tomando con amor nuestra humanidad y haciéndola suya, “desposándose con ella” para siempre”, ha añadido.

Tras la procesión de entrada, el Papa ha descubierto y besado la estatua del Niño Jesús, colocada delante del altar, lo que ha marcado el primer gesto de la misa de la Nochebuena. Las oraciones se han dicho en cinco idiomas: árabe, francés, chino, portugués y swahili.

Al final de la misa, el Papa llevará la estatua del Niño Jesús en procesión al pesebre de la Basílica Vaticana, acompañado por 12 niños procedentes de diversos países del mundo quienes llevarán consigo sus homenajes florales.

Está previsto que este miércoles, día de Navidad, al mediodía y desde la logia central de la Basílica, el Papa Francisco dirija el tradicional Mensaje Navideño a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a quienes lo escuchen a través de la radio y la televisión, e impartirá la bendición apostólica ‘Urbi et Orbi’, es decir, a la ciudad y al mundo.

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