Unos 1.000 manifestantes contra el gobierno se congregaron el sábado en una plaza frente a un monasterio en la capital ucraniana donde se estaban albergando participantes de una protesta que fue disuelta violentamente por la policía antes del amanecer.
Los manifestantes en las afueras del Monasterio de la Cúpula Dorada de San Miguel gritaban “vergüenza” y “renuncia”.
Temprano el sábado, policías antimotines atacaron a centenares de manifestantes en la Plaza de la Independencia en el centro de Kiev, golpeando a varios con sus garrotes.
Algunos manifestantes entonces se fueron al monasterio, a unos 500 metros de distancia, para refugiarse en la catedral.
Muchos ucranianos están enfurecidos por la decisión del presidente Viktor Yanukovich de no firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea, y han prometido seguir protestando, pese a la severa respuesta policial.
Durante los choques de la madrugada, la policía arrestó a 35 manifestantes. Algunos participantes en la protesta estaban sangrando, con heridas en la cabeza y los brazos.
Los manifestantes eran el remanente de una marcha de unas 10.000 personas el viernes por la noche contra el gobierno de Yanukovich.
Se desconoce qué motivó a los policías a actuar en ese momento, pero los oradores durante la marcha habían hecho la invitación a los presentes a otra marcha el domingo, lo que incrementó la posibilidad de que una oleada de protestas se extendiera por segunda semana.
“Fue horrible. Estábamos realizando una protesta pacífica y ellos nos atacaron”, dijo Lada Tromada. “Nos arrojaron como basura”.
La policía avanzó hacia los manifestantes cerca de las 4:30 de la mañana, dijo uno de los organizadores de la marcha, Sergei Milnichenko.
La parlamentaria opositora Oleksandra Kuzhel, citada por la agencia Interfax, dijo el sábado: “No vamos a retroceder” y agregó que se realizaría otra marcha grande el domingo.
Una declaración de la embajada estadounidense dijo que “Estados Unidos condena la violencia contra los manifestantes, llamamos al gobierno de Ucrania a respetar los derechos de la sociedad civil y los principios de libertad de expresión y libertad de asociación”.
Kiev ha sido escenario de protestas masivas en la última semana, desde que Yanukovich desechara el acuerdo de libre comercio con la UE que iba a ser firmado en una cumbre de la UE el viernes en Vilna, capital de Lituania.
Yanukovich cambió abruptamente el curso de la integración con la UE la semana pasada, cuando su gobierno anunció que había suspendido los preparativos para la firma de un acuerdo. La decisión enfureció a muchos en Ucrania, donde casi la mitad de la población de aproximadamente 45 millones de habitantes está a favor de lazos más estrechos con el bloque.
El presidente ucraniano argumentó que su país no puede darse el lujo de sacrificar el comercio con Rusia, que trató de bloquear el acuerdo prohibiendo la importación de algunos productos ucranianos, reduciendo suministros de gas y amenazando con más sanciones comerciales. Una disputa en 2009 entre Kiev y Moscú sobre el precio del gas ocasionó una interrupción del servicio de gas por tres semanas a Ucrania.
Las agresiones del sábado en Kiev contrastaron con la llamada Revolución Naranja de 2004, cuando decenas de miles permanecieron en la plaza durante semanas y montaron un enorme campamento en la avenida principal que da a la Plaza de la Independencia.
Esas protestas causaron la anulación de una victoria electoral fraudulenta en la que Yanukovich presuntamente había recibido la mayoría de los votos. Una nueva votación fue ordenada y Yanukovich perdió ante el reformista Viktor Yushchenko, que tenía el apoyo de Occidente.
Yanukovich fue elegido presidente cinco años después, superando en las urnas a la entonces primera ministra Yulia Tymoshenko, la figura principal de la Revolución Naranja.
En 2011, Timoshenko fue sentenciada a siete años de prisión por abuso del poder en un juicio que Occidente consideró una revancha política.
(Lea aquí: Manifestantes intentan entrar por la fuerza en sede del gobierno tailandés)
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