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Refugiados sirios relatan el terror de la represión en su país

AFP

17 de junio de 2011 11:25 AM

En la frontera turca, un campesino sirio muestra a su hijo, con un cigarrillo en una mano y en la otra un biberón vacío. Acaba de llegar de la localidad de Shugur Al Kadima, huyendo del ejército que, según cuenta, siembra el terror. 
“Nos fuimos sin llevarnos nada. Sólo ropa para los niños”, cuenta a la AFP Abu Ahmed, de 32 años, que se niega a dar su nombre completo. 
“El ejército disparó por todas partes, con tanques y armas ligeras. Hemos caminado por las montañas y los valles” hasta la frontera, añade Abu Ahmed, que escapó del pueblo de Shughur al Kadima junto con su mujer, sus seis hijos y la familia de su hermana. 
“Han entrado en las casas y lo han destruido todo. ¿Cómo vamos a volver a nuestras casas? ¿Volver, para que nos maten?”, se pregunta. 
Al igual que miles de desplazados concentrados en la frontera turco-siria. Abu Ahmed duda en dar el paso y encontrar refugio en Turquía. Ha instalado para su familia una especie de cabaña con nylon colocado sobre cuatro postes. 
“Hemos dejado nuestra casa para construir este palacio, para protegernos de la lluvia y del sol”, dice con ironía. 
Abu Ahmed y su familia forman parte de los centenares de habitantes de Shughur al Kadima que llegaron el jueves a la frontera. 
El ejército sirio rastreó ese pueblo y el de Janudiyeh, a pocos kilómetros de la frontera turca, el jueves por la mañana, según un activista que ayuda a los desplazados del lado sirio de la frontera, y con el que la AFP contactó por teléfono. 
Habitantes del pueblo turco de Guvecci, en la frontera, dijeron que fueron despertados en la madrugada de el jueves por disparos y explosiones, procedentes del otro lado de la frontera. 
“Hemos salido del pueblo a las seis de la mañana. Los soldados venían de todas partes. Han empezado a disparar en medio del pueblo. Hay gente que resultó herida, pero no sabemos lo que les ha pasado”, cuenta una joven vestida con una prenda verde y la cabeza cubierta con un pañuelo. 
“Nuestra familia ha venido en dos coches. Somos treinta”, dice la mujer, mostrando una tienda grande de campaña en la que se ven niños. 
“Tenemos miedo de morir”, añade esta madre de cuatro hijos. 
Algunos refugiados cuentan que fueron alertados antes de la llegada del ejército, y que abandonaron sus casas. Según dicen, el ministerio de Información les dijo en la televisión que podían volver a sus casas, lo que efectivamente hicieron. Pero los militares llegaron poco después. 
“El ministerio ha hecho un anuncio en la televisión y nos ha dicho que volvamos a nuestras casas. Hemos vuelto, pensando que no había peligro. Pero esta mañana a las seis, empezaron a llover balas”, afirma Abu Muhamed, de 37 años. 
Abu Nuuar, chófer y habitante también de Shughur al Kadima, cuenta lo mismo. 
“El ejército disparó contra las mujeres, los animales, todo el mundo... Han entrado en las casas, en las tiendas, han agarrado comida y han dejado armas para poder decir: Miren, son terroristas”, añade. “Pero yo tengo 45 años, y nunca he tenido un arma”. 
Halid, un vecino de Abu Ahmed, huyó a la frontera hace seis días.
“Nuestro crimen es participar en las manifestaciones. En todo el mundo la gente puede protestar, pero nosotros no, está prohibido desde hace 40 años. Hemos protestado y éste es el precio que pagamos”, dice este padre de dos niños, que esconde su cara con un kefieh, el pañuelo árabe tradicional.

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