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Siria cumple un año de revuelta y represión sangrienta

AFP

15 de marzo de 2012 08:08 AM

La revuelta en Siria contra el presidente Bashar al Assad cumple el jueves su primer aniversario con una escalada de la violencia frente a un régimen decidido a aplastarla y reforzado por el bloqueo diplomático causado por las divisiones internacionales.
Los milicianos contrarios a Asad llamaron a varios días de manifestaciones en Siria y en el mundo para exigir, una vez más, la salida del presidente Asad, único jefe de Estado todavía en su puesto entre los que se enfrentan a la protesta en el marco de la Primera Árabe. 
“Se trata del más trágico y el más incierto de los levantamientos árabes”, comenta en un informe Peter Harling, del International Crisis Group. 
El régimen, que se niega desde el principio a reconocer la revuelta y la asimila a “terrorismo”, contraatacó llamando a una “marcha mundial por Siria”, una iniciativa que debería reunir a los todavía numerosos partidarios del presidente Asad en manifestaciones el jueves en Damasco. 
Los manifestantes tienen previsto desfilar “por las vidas perdidas en combate por Siria”, según el eslogan anunciado el jueves por la televisión oficial siria, cuando según los militantes, la violencia ha matado a más de 8.500 personas, la mayoría civiles, desde el 15 de marzo de 2011. 
Mientras tanto, el régimen intensifica sus ofensivas militares en contra de los bastiones rebeldes, tras haber tomado el barrio de Baba Amr en Homs (centro) el 1 de marzo y la ciudad de Idleb (noroeste) el miércoles. 
El jueves, dos civiles murieron en una operación de allanamientos en la provincia de Idleb y violentos combates estallaron en la noche del miércoles tras un ataque de insurgentes contra sus posiciones del ejército en la provincia de Deir Ezzor (este). 
Los llamamientos para poner fin a esta espiral de violencia son diarios. El jueves, 200 organizaciones de defensa de los derechos humanos exhortaron a la ONU y a Rusia, principal apoyo del régimen, a actuar para poner fin al derramamiento de sangre. 
“Durante un año, el número de muertos en Siria alcanzó un balance horripilante de más de 8.000 muertos, incluidos cientos de niños. ¿No es tiempo ya de que el mundo inicie al unísono pasos eficaces para detenerlo?”, declaró Ziad Abdel Tawad, del Instituto de El Cairo para los derechos humanos. 
Según la ONU, más de 30.000 sirios que huían de la represión se refugiaron en el país vecino y unos 200.000 fueron desplazados al interior del país, donde Amnistía Internacional denunció la “tortura sistemática” de los detenidos, a “un nivel jamás visto desde hacía años”. 
La comunidad internacional, que está dividida, se limita a condenar de forma regular los muertos civiles, sin esconder su reticencia a la idea de una intervención militar o del envío de armas a la rebelión. 
El ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, estimó el jueves que entregar armas a la oposición suponía un riesgo de “guerra civil”. 
Según analistas, la eventualidad de una guerra civil es utilizada por el régimen sirio como un espantapájaros para aferrarse al poder. 
“El régimen confía en que el peligro de guerra civil llevará a los ciudadanos y a los actores extranjeros a aceptar la estructura de poder actual como única defensa contra el desmoronamiento (de Siria)”, estima Harling. 
Los episodios violentos, que dejaron otros 37 muertos el miércoles, podrían disuadir a la población de participar en las manifestaciones. Pero también están previstas concentraciones fuera del país, en particular en Francia y en Turquía, donde cientos de militantes sirios tienen previsto reunirse cerca de la frontera. 
A medida que pasaron los meses, estas manifestaciones pacíficas quedaron eclipsadas por la militarización de la revuelta. Miles de desertores, agrupados en el Ejército Sirio Libre (ESL), tomaron las armas contra el régimen. 
“Asad ha matado a tanta gente que merece una muerte peor que la de Gadafi”, quien murió a manos de los rebeldes tras ser capturado en octubre de 2011 después de ocho meses de conflicto armado, declaró a la AFP el número dos del ESL, Ammar Al Wawi. 
La oposición, que no está tan bien armada como el ejército sirio, también enfrenta divisiones internas. Tres responsables del Consejo Nacional Sirio dimitieron debido a su “ineficiencia” y “divergencias”.

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