Nuestros gobernantes no entienden la noción de “justicia”. La confunden con actos bondadosos, o con fórmulas legalistas. Se aproximarían a su comprensión, meditando en lo que está ocurriendo con los indígenas del Cauca. Antes que a esta parte de América llegaran los conquistadores españoles, acá no había blancos, ni negros, ni mulatos, ni mestizos, ni zambos. Solo existían los indígenas como raza nativa. Esta etnia fue sometida a un gran genocidio, casi rayano con su exterminio; todo por cuenta de la ambición de riquezas y como fórmula de saneamiento de la gran depresión económica en que se encontraban algunos países europeos entrado el siglo XV. Nosotros somos el producto de forzados ayuntamientos sexuales, propiciados por invasores extranjeros de quienes descendemos genéticamente. Y por tanto, herederos espurios de este suelo. ¿Acaso no fueron vías de hecho las utilizadas por nuestros ancestros españoles para despojar a los nativos americanos de su suelo y arrasar su civilización? “Encuentro de culturas” llaman ahora al gran genocidio indígena los teorizantes del neoliberalismo económico, para esconder la faz de unos actos criminales como fueron los procesos de descubrimiento y conquista de América. Señor presidente, ¿usted considera que la riqueza mal habida se puede lavar? No haga caso al legalismo. Piense en la justicia.
Rafael Enrique Guzmán Valdelamar
C.C. No.73.074.957 de Cartagena.
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