Opinión


Casa con loro y portera

EDUARDO GARCÍA MARTÍNEZ

23 de octubre de 2021 12:00 AM

El próximo sábado 30 de octubre se cumplen 71 años de su muerte y sigue siendo tan grande como siempre y tan olvidado como nunca. Aunque su obra se estudia con interés en la academia y los investigadores siguen hurgando en sus libros y notas periodísticas, la ciudad que lo vio nacer continúa negándole su anhelo de comprar la casa familiar de la calle del Tablón, convertida en tienda de baratijas y cantina. Nadie que no lo sepa de antemano podría imaginar que ahí, en esa casa de balcones deslucidos, nació el 11 de junio de 1879 el poeta más importante que ha tenido la ciudad en sus cinco siglos de historia.

Abrazado por la frustración dedicó un sentido poema a esa casa esquiva a la que siempre quiso regresar: ¡Pobre casa de mis antepasados/ si pudiera comprarte/ si pudiera restaurar tus balcones y tejados/ y por el caracol de tu escalera subir a tus salones empolvados/ para, en tu Soledad casona austera/ revivir episodios olvidados/ teniendo en tu zaguán loro y portera.../ Pero tú, caserón en esqueleto/ refugio de vampiros y lagartos/ donde penetra el sol hecho una brasa/ qué sabes de las cuitas de un biznieto/ de ese biznieto aburrido y sin dos cuartos/ que no puede comprarte, pobre casa!.

El poema está empotrado en la parte alta de la pared exterior de la casa, pero casi nadie lo ve porque luce sucio y carcomido. Comerciante frustrado, periodista, bohemio y por sobre todo, poeta, Luis Carlos Bernavé del Monte Carmelo López Escauriaza, a quién se conoce como ‘el Tuerto’ López, retrató como nadie a su ciudad y sus personajes en una época en que no era bien visto un sarcasmo tan cuestionador como el suyo. Su obra se impuso por encima de las malquerencias y desconocimientos malintencionados, pero se le está debiendo lo que sería su máxima reivindicacion: la compra de la vieja casa familiar para convertirla en museo.

La Fundación Luis Carlos López, cuya presidencia la ocupa hoy el también poeta Pedro Blas Julio Romero, está impulsando esta iniciativa, pero necesita que a su leal empeño se una la voz solidaria de la ciudad, su dirigencia cultural, académica, gremial, empresarial, comunal, política, los gobiernos distrital y departamental, y los medios de comunicación, para hacerla realidad. Si esa voz es fuerte y decidida, se logrará comprometer también al Gobierno nacional. Si todos cantamos juntos: “¡Sí podemos comprarte vieja casa/ sí podemos/”, de seguro lo logramos. No debemos seguir estirando el tiempo de las mezquindades. López no descansará en paz hasta saber que, por fin, su casa es de nuevo suya. Su museo.

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