Columna


10 de octubre: Arreboles de Libertad

Estas historias hay que revivirlas con una nueva expedición Padilla, reeditar los coleccionables del Bicentenario 1811-2011.

RAFAEL VERGARA NAVARRO

10 de agosto de 2019 12:00 AM

Vencidos por Bolívar y el ejército libertador el 7 de agosto de 1819, con la soberbia supurando su amarga hiel, el Estado español y su gobierno huyó hacia Cartagena de Indias encabezados por Juan Sámano, virrey déspota y cruel. El primer Estado Soberano de la Nueva Granada en poder de los españoles, luego del repudiable e indefendible sitio de 105 días, será el escenario de su ocaso.

Aunque no lo admitan la “reconquista” o invasión, como la independencia, por donde comenzó terminó. Cobrando la afrenta y completando la liberación del centro con la batalla de Boyacá y tomado el trono del Virrey en Santafé de Bogotá, Bolívar ordenó recuperar el Caribe y Cartagena de Indias, tan próxima a sus afectos: “Si Caracas me dio la vida Cartagena me dio la Gloria”.

El ejército libertador liderado por Mariano Montilla, por tierra, y José Prudencio Padilla por agua, venezolano y colombiano, habían defendido la ciudad del genocidio perpetrado por Pablo Morillo y, vencidos, el 5 de diciembre encabezaron el éxodo de los sobrevivientes de la masacre. Perecieron más de 6 mil almas, una tercera parte de nosotros pero ¡nadie se rindió!

No hay justificación, Morillo vino a exterminar la República, el fuego de la libertad y la independencia legitimada con la plurirracial y democrática Constitución de 1812.

Recuperada la navegación del Magdalena, destruidos y tomados barcos realistas, la liberación de todo el litoral Caribe con sus ciudades entre 1820-21, cerró el cerco sobre la amurallada Cartagena, fortaleza debilitada por los conflictos entre el gobernador Gabriel de Torres, liberal, y Juan Sámano, déspota absolutista huye derrotado por la Constitución de Cádiz.

Luego de 12 meses de asedio por tierra y mar, Padilla con sus fuerzas sutiles y más de 40 bongos y flecheras entra a la bahía exterior el 4 de marzo de 1820, prepara su ataque y el 24 de junio al amparo de la noche y el silencio solo roto con las escaramuzas distractivas en tierra, con sus guerreros destruye y se toma los buques imperiales cerrando el cerco al ocupar la bahía interior.

Como preámbulo de la independencia plena la Noche de San Juan es el verdadero 7 de agosto. Ante el hambre anunciada y sentida, sin más sangre, el 14 de julio el gobernador de Torres comunica su honrosa rendición y Montilla la concede. Capitulan los términos y el 10 de octubre de 1821 sale hasta el último soldado español. La tropa jura no combatir contra la República no así los oficiales. Luego de bajar sus banderas e izar la cuadrilonga, en buques colombianos con sus banderas, espadas, equipajes y familias fueron llevados a Cuba. La salva de 21 cañonazos y el arrebol del 10 de octubre coloreó el cielo y la ilusión de libertad plena.

Estas historias hay que revivirlas con una nueva expedición Padilla, reeditar los coleccionables del Bicentenario 1811-2011 y, entre otras, realizar las obras audiovisuales ordenadas en la Ley del Sitio.

*Abogado ambientalista y comunicador.

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