Columna


Academia y política

PABLO ABITBOL

03 de noviembre de 2023 12:00 AM

La situación política trágicamente compleja que atraviesan Cartagena y Bolívar implica responsabilidades inmensas para la academia regional, entre ellas, la de ser un ágora de deliberación pública. Sin embargo, con frecuencia surgen diversas preocupaciones en torno a la expresión de opiniones y preferencias políticas desde la academia.

Tales preocupaciones se centran en dos tópicos: primero, la idea de que la academia y los académicos debemos ser políticamente neutrales; segundo, el temor a que la expresión política a través de medios institucionales ponga en riesgo a la academia, pues esta no solo puede ser tildada de parcialidad, sino que además puede ser blanco de represalias.

En cuanto a lo primero, es necesario disipar la ilusión de la neutralidad política, pues toda persona, sea académica o no, habla, escucha y actúa con base en valores, creencias, intereses, preocupaciones y aspiraciones que, de una u otra forma, la ubican en una posición del espectro político. No hay tal cosa como la neutralidad (o la objetividad) política.

Justamente por eso es que la expresión de preferencias y opiniones políticas es de fundamental importancia, sobre todo en el mundo académico. Un profesor debe ser transparente respecto a su perspectiva política, no solo porque de esa manera deja claro cuál es el lugar de enunciación de sus análisis, explicaciones e interpretaciones de la realidad; sino también porque al hacerlo de manera prudente, respetuosa y dialógica, enseña a argumentar y, así, a construir una ciudadanía deliberativa.

Respecto a lo segundo, es necesario disipar el temor a la deliberación política, y a que esta tenga lugar en espacios y medios propios de universidades, colegios, empresas, organizaciones sociales, etc. En la universidad es crucial abrir más espacios y canales institucionales para la expresión y el debate de opiniones políticas, promoviendo e irradiando hacia la sociedad el respeto, la razón y la argumentación crítica basada en valores humanísticos, conceptos claros y evidencia científica.

En la ciudad y el departamento, así como muchas otras regiones del país, la democracia ha sido capturada por maquinarias electorales clientelistas, corruptas e incluso criminales y violentas que extraen cuantiosas rentas de lo público para perpetuarse en el poder, excluyendo y marginando a una ciudadanía mayoritariamente empobrecida y desesperanzada. Es allí donde reposa la vasta responsabilidad de la academia en la construcción de otro tipo de política.

Hablar de política no le resta valor a la academia, le añade valor a la democracia.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

*Profesor del Programa de

Ciencia Política y RR. II., UTB.

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