Llegaron, violaron normas, vulneraron códigos y violentaron leyes. El panorama, como Pedro por su casa, de perversos comportamientos, y no pasó nada; no hay manera diferente de describir lo acontecido en Alto Bosque y en otros sectores de la ciudad.
En medio de la tempestad brotaron medidas efímeras, más no la calma, y que siga la incertidumbre. De nada valieron los ríos de tinta en medios impresos, programas televisivos e intervenciones de vecinos en el Concejo.
A los edificios en construcción les frenaron la continuidad de sus obras y en lugares visibles pusieron avisos “Cerrado y sellado”.
Pensamos que reversarían los detalles violatorios y el pare fue una especie de duelo por dos meses por quienes ya no se encuentran, los caídos en la tragedia que conocemos.
Es más, los comentarios por la transitoriedad en el cese laboral se tejen en una especie de tufillo burlesco. Atinado el apunte de un pregonero de vituallas: “El vivo al bollo y el muerto al hoyo”.
La ley del embudo reina en la Concesión Vial, porque de nada valió la muerte de la doctora en una cebra que debió ser puente peatonal, ni las cunetas infames con caudales humanos y de tantos otros accidentes mortales.
Frente a la Olímpica de la Crisanto, carril opuesto, se formó un promontorio longitudinal de casi cien metros y el remedio fue un parapeto vergonzante; Dios permita que los buenos vientos de “la liquidación de contrato de los peajes internos” sean una realidad. Y si van a seguir que le sea adjudicado a un ente que beneficie también a las comunidades circunvecinas.
Después del despliegue informativo sobre los atracos, los operativos policivos fueron muchos y por muchos efectivos.
Y si la suspensión de labores en construcciones fue de sólo dos meses, los retenes de la metropolitana se efectuaron por quince días. Lo curioso es que los agentes de la policía fueron reemplazados por 27 “policías muertos”, repartidos en 8 transversales.
Al barrio se puede ingresar por sus 4 puntos cardinales, preferentemente por las transversales, bien por el Bosque o por la Crisanto Luque, lo que dice a las claras que esos pañitos de agua tibia no son la solución a los facinerosos.
La comedia de las construcciones no se va y la tragedia de los atracos, por las medidas, tampoco. Un vecino contó que estuvo presente en la reunión con el alcalde acompañado de alguno de sus funcionarios, y el burgomaestre pidió un mes de plazo para reunirse con asesores y autoridades involucradas en el asunto y decantar la estrategia a seguir.
Bien, que la Divina Providencia nos proteja y rogamos infinitamente que sólo contemplemos a los “policías muertos”, pero, sobre todo, a cambio que reine la seguridad, por la paz y la vida de nuestra comunidad.
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