Columna


Alcaldes peleles

ALCIDES ARRIETA MEZA

24 de mayo de 2017 12:00 AM

Las marionetas al servicio de intereses personales y privados los hay en toda Colombia, ellos, suelen ser tristemente célebres, cuando son suspendidos, destituidos, detenidos, condenados, por la celebración de contratos sin en el lleno de los requisitos legales, peculado, prevaricato, entre otras conductas punibles.

Desprevenidamente suele creerse que las complicaciones de estas personas con la justicia, son hechos aislados, algunos, lo atribuyen a retaliaciones de los enemigos políticos. No, las causas de este entramado de cosas, son estructurales, que van de la mano de un sistema político electoral corrupto, que promueve la compra venta del poder público.

En el escenario actual, los recursos de todos, son la fuente de la concentración de la contratación y de enriquecimiento ilícito. Las elecciones son el instrumento para lograrlo, estas, son una competencia entre los financistas y las empresas electorales, ellos, resultan ser los ganadores y los verdaderos dueños de una parte del Estado. Es el reinado perfecto de la pluto y de la corruptocracia.

En ese orden, los alcaldes elegidos, solo son muñecos al servicio de sus amos, los financistas y las bandas electoreras. Ello, por cuanto los aportes recibidos, no son donaciones desinteresadas ni actos de la más pura generosidad, toda vez que sus grandes contribuyentes son negociantes indecentes.

Los métodos, los medios para ganar alcaldías y muchas elecciones hacen parte de una estructura inmoral, hasta ahora victoriosa. En tal sentido, en muchos casos, los elegidos solo, son rehenes de estas prácticas criminales, marionetas al servicio de la corrupción como modelo de gobierno.

En el escenario entonces ha venido subsistiendo una alianza público-privada, social y popular irregular, que legitima estas costumbres, verdaderas armas de destrucción masiva, que generan corruptela, desgreño administrativo, ingobernabilidad, pobreza, miseria, que en palabras del profesor, José Villamil, hacen ciudades fallidas.
En los escándalos que involucran a los alcaldes peleles, los beneficiarios de las formas putrefactas de hacer la política, salen a decir, que la interinidad le hace daño a las ciudades, siendo que lo que tenemos es un permanente, constante y persistente robo continuado de las finanzas públicas. La corrupción no es ni ha sido interina es permanente, por ello, debe ser desterrada.

Es por ello, que cuando por actos de corrupción, es sancionado un funcionario elegido popularmente, los beneficiarios de estas prácticas, como es obvio salen a defenderse, señalando las inconveniencias de elecciones atípicas, además de manipular a sus electores, quienes a ciegas salen a defender sus desgracias, como sucedió en la Guajira. Los esclavos defendiendo a sus amos.

La interinidad no producirá, lo que la estable corrupción ha producido por décadas en gran parte del territorio nacional, ni menos las elecciones atípicas, siempre y cuando, los encargados y elegidos, no hagan parte de las mismas bandas criminales, ni de las empresas electorales. El encargado, o el elegido en la atípica elección, puede ser parte de un nuevo proceso, que inicie la institucionalización de la ética, la moral, los principios y valores humanos en el funcionamiento del Estado.

La destrucción de la vida política, administrativa, económica y social de las ciudades, está siendo devastada por mandatarios títeres o corruptos, hasta ahora protegidos por la impunidad, por ello destacable lo que ha venido realizando la fiscalía, la procuraduría y la contraloría general de la nación, que por fin creemos, le está poniendo los cascabeles al gato, iniciando una lucha frontal contra la corrupción.

Igualmente resultan trascendentales las reforma electoral propuesta por el gobierno, que intenta establecer la financiación estatal de las campañas electorales, el voto electrónico, el voto obligatorio, y el diseño de un nuevo sistema electoral

Las causas estructurales de la crisis actual, por fin han comenzado a enfrentarse, con el objetivo de depurar las costumbres políticas, para eliminar la presencia de los financistas, contratistas y de las empresas electoreras, medidas que solo serán suficientes si los organismos de control y la ciudadanía es dotada de instrumentos para que sean efectivas.

Esto, por cuanto, quienes han dirigido este concierto para delinquir, han logrado confundir y burlarse de la sociedad, pero ellos: “Pueden engañar a todo el mundo algún tiempo. Pueden engañar a algunos todo el tiempo. Pero no pueden engañar a todo el mundo todo el tiempo.” Abraham Lincoln.

ADENDA.
1. Un nuevo orden institucional ético y social está emergiendo. Razones suficientes para tener esperanzas.
2. Recomiendo la columna, El Dios Cemento, del periodista de éste periódico, Rubén Darió Alvarez.
Profesor derecho y ciencia política.

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