Es una de las frases más famosas de Julio César, cuando pasó el río Rubicón, decidido a marchar sobre Roma y derrocar a Pompeyo y que significa “la suerte está echada”, me obliga a escribir este artículo y que no quise titularlo el Galeón San José (IV). Queda poco para que el proceso licitatorio del Galeón San José no tenga retroceso y todos los colombianos perdamos como siempre nuestra identidad histórica que encierra todo lo que contiene este galeón. No ha sido posible que el Gobierno y la ministra de Cultura entiendan el significado de indivisibilidad de nuestro patrimonio histórico, ciegos, sordos y mudos continúan en su empeño de vender al mejor postor y que precisamente no es el mejor postor, porque solo se presentó un proponente al que le han llovido críticas de todas partes, será quien a final de cuentas gane la licitación, así sea adjudicada en el próximo gobierno, todo queda amarrado para que no pueda haber cambios. Maritime Archaeology, firma constituida en enero de 2015 solo para apostarle a rescatar el Galeón, reúne a los inversionistas y trabajará a través de su subcontratista, Woods Hole Oceanographic Institution, que realizó el redescubrimiento en 2015, y rescatará por una pequeña parte de la exorbitante remuneración que recibirán los dueños del capital y sus comisionistas que según las condiciones de la APP, participarán del aprovechamiento económico de los bienes que estén en el polígono autorizado en el Mar Caribe (50 % de las 200 toneladas de oro, plata y esmeraldas que se presume están en el galeón).
No estoy en contra de que el Galeón San José sea rescatado de las entrañas del mar donde fue hundido en 1708. ¿Por qué el Gobierno no sufraga directamente los gastos?, si hay países y la misma Unesco han ofrecido ayudarlo, y el Museo Naval del Caribe, edificio histórico de casi 3.500 metros cuadrados, localizado en el recinto amurallado de Cartagena, el cual se divide en dos grandes alas: Colonial y Republicana, donde está escenificada de manera didáctica la historia de Cartagena desde sus primeros habitantes, historia de la navegación y de la Armada Colombiana, desde 1984 reservó un área de 630 metros cuadrados para recibir al galeón, lo cual significa que no tendrá que incurrir en gastos adicionales, como los contemplados en la APP licitatoria. Se estima que con unos 200 millones de dólares se logra esta proeza, pero es que solo las 100 toneladas de oro, plata y esmeraldas que recibirían los contratistas valen unos 8 mil millones de dólares sin agregarle su valor histórico, e importancia para nuestra nación.
Esperemos que haya un pronunciamiento favorable de los entes de control y se pare definitivamente este proceso y no digamos en unos días como dijo Julio César: “Alea iacta est”.
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