Columna


No satanicemos el aprovechamiento económico del espacio público

ADELFO DORIA

13 de julio de 2022 12:00 AM

En el mundo ciudades como Londres, Madrid, Barcelona, París, Buenos Aires o Sao Paulo tienen una completa legislación que permite que lugares públicos sean aprovechados por habitantes y turistas, ofreciéndonos postales de gente tomando cafés al aire libre o comprando en bonitos kioscos que denotan orden y convivencia social. En contraste, en Cartagena ha suscitado revuelo la intención de la administración distrital de regular actividades de aprovechamiento económico del espacio público. Voces populistas han alentado falsas ideas a algunos sectores informales a quienes les han hecho creer que perderán opciones de trabajo y derechos. Nada más alejado de la realidad.

Estudié detenidamente la propuesta del gobierno Dau y no me parece tan mala como la intentan mostrar. Por el contrario, con ajustes puede ser una oportunidad para complementar la reglamentación actual que en 2014 cuando fui director de Espacio Público tuve oportunidad de hacer aprobar en el Concejo Distrital y que establece un marco regulatorio de usos en el espacio público.

Mediante el Conpes 3718 de 2012 el gobierno expidió la Política Nacional de Espacio Público que pide a las autoridades locales regular todo aprovechamiento económico, no solo porque evita seguir desconociendo la realidad del país en las que se explota el espacio público sin regulación, sino que establece que los particulares pueden pagar su costo de mantenimiento al reconocer que los recursos públicos son cada vez más limitados, mientras que los parques y plazas se deterioran.

Ahora bien, el espacio público es aquel en el cual el ser humano desarrolla su vida social, comercial, cultural y política; nos pertenece a todos y por tanto nadie puede apropiárselo. Esto no quiere decir que no puedan desarrollarse actividades estrictamente reguladas bajo límites y criterios claros. Recordemos que el derecho nos permite ordenar las actividades humanas de una manera justa y racional a través de normas, usos y costumbres. Por eso pretender que se eliminen de tajo eventos y actividades de aprovechamiento económico es un craso error; en caso de conflictos en la aplicación de normas y derechos colectivos es preferible una solución realista a una idea prohibicionista.

Pretender satanizar el aprovechamiento económico del espacio público es una idea que desconoce que cientos de empleos formales son generados por restaurantes y cafés de la ciudad, olvidar que gracias a ello decenas de artistas y vendedores populares tienen público y clientes asegurados porque un turista que llega a nuestra mágica ciudad prefiere disfrutar del espacio patrimonial y vivir la ciudad al aire libre. Es un círculo virtuoso de la economía local en el que todos caben si nos dedicamos a construir en vez de oponernos a todo lo que implique mejorar nuestra ciudad.

*Abogado, Magíster en Gestión Pública. Consultor en temas sociales.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS