Columna


Aquel niñito del barrio

ÁLVARO E. QUINTANA SALCEDO

30 de marzo de 2018 12:00 AM

El pasado 24 de marzo la ciudad de Cartagena se estremeció. De hecho, el país entero se sacudió. El cantante de champeta Mr. Black se casó y en su matrimonio, portó una corona bañada en oro que captó la atención de todas las audiencias estremeciendo el escenario que hoy es el más movido de todos: El de las redes sociales. 

Y tuvo que estremecerse Cartagena. Estremecerse porque ese día, Mr Black simbólicamente retaba, dominaba y resistía una vez más el estigma y la  discriminación. Ese día, Edwin Antequera “Mr Black” se presentó a la Iglesia Santo Domingo con una corona de oro. No era Carlos V ni Felipe II. Era aquel niñito del barrio, como dice en su canción mi historia, el niñito de El porvenir, conquistando lo que por legado nos pertenece: El centro histórico de Cartagena.

Los comentarios no pararon: “El negro, el maluco, el corroncho, el ridículo, el champetuo; se puso una corona. Directamente desde los extramuros a donde los negros fueron expulsados, llegó al Teatro Adolfo Mejía para que su presencia misma pusiera a cuestionar la triste realidad que aún advertimos: En Cartagena todavía se legitima la dominación, la discriminación y la exclusión del negro y del pobre.

Pero Mister ya había puesto pecho a todo eso. En su canción “Mi Historia” narra todo lo que tuvo que padecer antes de alcanzar el éxito. Como si fuera poco, en 2014 recibió todo el peso del juicio racial cuando el Concurso Nacional de la Belleza le impuso un veto cultural, eso también lo encaró. 

Con su boda, Edwin  deja un mensaje para todos los cartageneros: Cartagena nos pertenece. No sólo el extranjero puede venir a hacer aquí lo que plazca. Un negro, un champetúo, también puede casarse en el centro. El 24 de marzo, la “champeta” (como género musical, como  producto cultural, como proceso social que acoge individuos afro) logró acopiar a esa masa que constituye más del 70% de la población cartagenera para decir: ¡Aquí estamos!
Ese día más que nunca, la champeta fue la voz de los  ignorados y excluidos. Ese día el niño que decidió cantar las problemáticas de los barrios: el amor, el desamor, la delincuencia, el maltrato, el desempleo; representó a los cartageneros en una historia fantástica de amor  con “el matrimonio”, la canción compuesta para su esposa.

“Se acabaron mis males, llegó el amor a mi alma”, así comienza la canción el matrimonio, y ojalá así suceda con nosotros.  Que llegue el amor y no la envidia, que sea desterrada la crítica malintencionada y pensemos antes de enjuiciar al otro, así como enjuiciaron a “aquel niñito del barrio, aquel niñito del barrio”.

Alvaro E. Quintana Salcedo
Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com
 

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