Columna


¡Basta de agresiones!

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

16 de enero de 2022 12:00 AM

Cuanto hemos vivido en la ciudad de Cartagena y los Montes de María al iniciar un nuevo año nos genera una gran preocupación por los signos evidentes del desprecio de la vida. De una parte, el sicariato asesinando personas en cualquier lugar y a cualquier hora, sin importar circunstancias ni situaciones. Por otra el claro dominio de organizaciones criminales y delincuenciales, establecidas en Montes de María, que asesinan personas, desaparecen otras y controlan comunidades. Es tal el acostumbramiento a estos hechos que ya no reparamos en los daños que generan, ni mucho menos en el deterioro que introducen para el futuro de nuestra convivencia. Lo grave es que todo esto tiende a incrementarse en periodos electorales.

Tenemos como sociedad la urgencia de construir, entre todos, un acuerdo de ciudad y de región: no introducir más violencia, ella solo nos ha traído males mayores; generar las condiciones y posibilidades que fomenten un mejor espíritu frente a tanta agresividad e intolerancia y creer que siempre es posible un cambio que humanice nuestras relaciones.

Necesitamos pasar de la preocupación por las armas a la solicitud por la vida y la dignidad humana. Necesitamos construir juntos ese pacto mínimo de ciudadanía donde el Estado proteja la vida e integridad de las personas; necesitamos generar seguridad humana propiciando las condiciones y medios posibles que nos ayuden a preservar el núcleo central de todas las vidas contra riesgos graves y previsibles.

Necesitamos igualmente cultivar la virtud de la tolerancia que siempre nos capacita para aceptar al otro sin llegar a eliminarlo. Tolerancia que, antes que “soportar”, sea el camino acertado hacia una convivencia siempre más justa y siempre menos violenta.

Lo único intolerable, entre nosotros, y a ello obedece esta reflexión, han de ser los atentados contra la dignidad y el valor inalienable de la vida. Nada justifica una agresión. Cuando está en juego la vida de un ser humano, es un deber ser intolerante frente al mal.

Alguien me decía, y lo pude leer y escuchar en declaraciones de entes oficiales, que algunas de esas muertes recientes en Cartagena, obedecen a ajustes de cuentas entre personas con antecedentes judiciales: ¡Son cizaña padre! Me dijo. Yo simplemente le respondí: Si, aquí en Cartagena, la inmensa mayoría, nos autoproclamamos “trigo limpio” facultado para arrancar la cizaña.

Hay crispación, dolor e indignación. Se entiende. Pero es precisamente, en estas circunstancias, cuando debemos reaccionar ante las agresiones con un gesto amistoso que ridiculice la violencia, desconcierte al agresor y lo haga reflexionar. ¿No fue esta la actitud de Jesús frente al torturador? ¿Si he hablado mal dime en qué, pero si no, por qué me pegas? Necesitamos cortar desde su misma raíz esa escalada de violencia. Resistir a la violencia es el camino que nos queda para forjar una ciudad y una región verdaderamente humanas.

*Director del PDP Canal del Dique.

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