Columna


Bueno el cilantro, pero no tanto

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

03 de septiembre de 2020 12:00 AM

Independiente de los historiales y delitos cometidos por servidores públicos y sectores privados, la justicia colombiana debe entrar a resolver situaciones e investigaciones que se extienden bajo el olvido de otros impactos que por su sensación fresca ‘alzheimerizan’ una realidad.

Los órganos de control dejaron de ser parnés de quienes le eligen, flamean la bandera de la transparencia, casi siempre bajo el combustible de la economía privada, a la cual se le favorece: territorial, ambiental, normativa y económicamente engrosando utilidades a costa de los entes territoriales y de los títeres electos que bajo el grito de patria acomodan decisiones en sus comisiones.

Cuál es la razón de ser de un Concejo, definiríamos que: bajo las justas letras de la Constitución constituyen el equilibrio de la democracia, la representación de variados sectores y veedores que bajo el control político deberíamos garantizar una buena ejecución de las inversiones y aplicación de grandes políticas públicas. Sin embargo, seguimos buscando el ahogado río arriba cuando concentramos toda la culpabilidad en la clase política y olvidamos a la clase influyente que sin tener ningún miembro de su familia untado del ejercicio público, deciden la suerte de las decisiones y resolución de conflictos por algunos miembros de los altos tribunales, cortes y consejos del país. A nivel local nos convertimos en mendigos elegantes que pasamos el sombrero para las migajas lanzadas por los alcaldes para cumplir con el mandamiento de amar a su prójimo, pero no como a sí mismo. El Concejo debería desprenderse de cualquier participación y realizar la verdadera labor encomendada, cáncer crónico heredado de siglos ejecutados de la misma manera con otros nombres y el mismo poder que representa un 10% de la población. La realidad hoy de nuestra ciudad es la radiografía de la concentración de la riqueza que la pandemia destapó sutilmente y que si el distrito no hace uso de su misión social, los meses para la hambruna, el delito y las alteraciones psíquicas incrementarán la violencia, la drogadicción, el robo y el suicidio.

Las grandes industrias, y los servidos de los diferentes puertos están llamados a repensar también en una política social de corte privado.

El pasado será juzgado, pero el presente amerita una disposición y una decisión para la reactivación de la economía práctica y con la sinceridad del alma. Alcalde, usted tiene buenas intenciones, pero en la viña del Señor hay de todo. A vigilar sus decisiones para que no abusen de su buena fe. Y dé la orden para buscar los recursos públicos para la reactivación y el Plan de Desarrollo. Dejemos de pensar en una lucha de quien dirija los destinos de la corporación y de quien será el próximo contralor, ¡a proponer posibles soluciones!

*Concejal de Cartagena.

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