Columna


Cae el peso colombiano

Hay naciones exitosas, tanto con una moneda fuerte (Reino Unido), como con una moneda débil (China).

MIGUEL YANCES PEÑA

16 de marzo de 2020 12:00 AM

No hay duda de qué hay sectores que se benefician con la caída: los productores nacionales, que ganan competitividad en el mercado doméstico frente a las importaciones; los exportadores, el turismo, el empleo y quienes poseen activos en dólares, entre otros. Se perjudican quienes están endeudados en dólares, entre ellos la Nación; los importadores, la banca y el ciudadano común y corriente, ya que la devaluación reduce el valor de los activos nacionales, e incrementa la inflación, que a su vez reduce el margen de los créditos otorgados a tasa fija. Son factores muy difíciles de medir, y calcular el neto se vuelve imposible. Haberle quitado al Gobierno la discrecionalidad para fijar el tipo de cambio, y luego al Banco de la Republica para defender una banda, es reflejo de esa situación. Hoy el dólar fluctúa libre en un mercado de divisas, y ya superó los 4.000 pesos. Cierto que en el universo todo llega finalmente a un equilibrio, sin embargo, en economía concurren –para bien o mal– imponderables como la voluntad y la inventiva humana. Steve Hanke, profesor de Economía de la Universidad John Hopkins, en Baltimore (EE.UU.), propone que Colombia dolarice su economía para evitar esas fluctuaciones, y cita como casos exitosos a Panamá, Ecuador y El Salvador. Quien no lo quisiera si se usara un tipo de cambio bajo; no obstante, el qué a estos, u otros países, les haya ido bien, y lo deseemos, no asegura que a nosotros también. Hay tantas variables involucradas, que ante la imposibilidad de valorarlas todas, esa conclusión no es objetiva ni racional. La reasignación de precios seria demorada y muy caprichosa, pero además, como nuestra balanza de cambio es deficitaria –y lo seguirá siendo a menos que el desequilibrio nos empobrezca más en busca de un nuevo equilibrio–, se terminarán agotando las reservas y nos quedaremos en la prehistórica edad del trueque.

Como consumidores es preferible ganar en dólares, o tener una moneda fuerte, porque como decía Pambelé: “Es mejor ser rico que pobre”; pero no se trata de qué deseemos, sino de escoger lo mejor para el país. Con la liberación del tipo de cambio se nos salió de las manos el poder de compra de nuestra moneda, y es el crecimiento económico y el mercado los que hoy lo determinan. Se requiere, por lo tanto, explorar con disciplina y cientificidad las causas reales de la abrupta devaluación de la moneda; valorar qué favorece más los intereses de los nacionales y actuar con cautela y racionalidad. Hay naciones exitosas, tanto con una moneda fuerte (Reino Unido), como con una moneda débil (China). Son estrategias antagónicas: desarrollar un mercado basado en producción nacional y exportaciones, que requiere de una moneda débil; o poseer una moneda fuerte que permita adquirir bienes consumibles y tecnología de quienes lo hacen mejor, para producir nuevos servicios y bienes de calidad exportadora.

*Ing. Electrónico, MBA.

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