Columna


Camión de 5 toneladas

Hay pobres que tienen sus activos productivos, pero no saben que los tienen y siguen pobres, lo que da tristeza...

JORGE RUMIÉ

10 de mayo de 2019 12:00 AM

Hay pobres que tienen sus activos productivos, pero no saben que los tienen y siguen pobres, lo que da tristeza. Un activo tiene valor en la medida que sea productivo, de lo contrario se convierte en lucro cesante. Un desperdicio, en otras palabras. Es como cuando compras un camión de carga para 30 toneladas y lo usas para llevar 5 toneladas.

Las playas de Cartagena –como muchos activos productivos de la ciudad- son como el camión de 30 toneladas, que se empecina en hacer sus viajes de 5 toneladas. Es decir, tenemos criterio de pobreza. Por ejemplo, cuando hacemos un recorrido por las playas de Cartagena (incluido a Playa Blanca), ¿qué es lo que vemos? Pues vemos el esfuerzo inagotable de mucha gente en desperdiciar el activo, incluida la incompetencia del gobierno. La informalidad y la anarquía en su máxima expresión. Basuras, desorden, acoso al cliente, comida sin estándares de calidad y asepsia, inseguridad, restaurantes de octava categoría, descontrol de precios, falta de infraestructura... en fin, nómbrelo usted: el bendito camión con las 5 toneladas.

Al final, cualquier persona que viva en los confines más remotos del planeta tierra, tiene el derecho de venir a Cartagena y ofrecer sus productos o servicios en nuestras playas, y tranquilo, que en los próximos meses recibirá su permiso de “confianza legítima”. Es el mundo al revés, estimado lector: el informal tiene prelación y al formal se le castiga. El bendito camión de las 5 toneladas.

Por eso digo, si el mundo civilizado funcionara como nosotros, sus playas serían como las nuestras, pero resulta que no es así. Cartagena, con su potencial turístico, no puede darse el lujo de administrar sus playas con criterio antiempresarial. No se trata de imponer elitismos económicos. Se trata de administrar con decencia, con limpieza, con orden, con servicio al cliente, con calidad, con criterio de abundancia. Con el decoro necesario para que todas las empresas turísticas de la ciudad (hoteles, bares, restaurantes, etc.), se multipliquen y puedan contribuir al desarrollo sostenible de Cartagena. Como quien dice: “Turista satisfecho, trae más turistas”.

Un caso típico de desarrollo con criterio de pobreza es Playa Blanca en Barú. ¡Cuánto desperdicio! Esas playas, bien manejadas, tenían el potencial para sacar de la pobreza a Santa Ana, Ararca y Barú, juntas. Pero ya ven, al final ganó nuestra fanática obsesión de ponerle las 5 toneladas al camión de 30. Después nos preguntamos por qué tenemos tanta pobreza.

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