Es el momento y ya. Estamos a 30 días de salvar a Cartagena. Hemos tenido una pesadilla estos 4 años. Leo las historias de las cunas de la civilización y miro a mi ciudad... No les llegamos ni a los tobillos a urbes de los siglos VI al X después de Cristo. Qué impotencia y frustración. La grosería y chabacanería llegó al culmen con el primer policía del distrito. En vez de tener una grúa constructora, tuvimos un tractor destructor. Peor, imposible. El Gobierno se ufana del mayor recaudo, está ávido de dineros y nosotros, de gobierno. “Un gobierno estable, relativamente democrático, una organización rigurosa y una entrega absoluta a la ciudad fueron los elementos fundamentales que dieron pie al extraordinario éxito de Venecia (año 814 d.c. La ruta del conocimiento, página 270, V. Moller)”. ¡Qué envidia de esos visionarios de la antigüedad! En Cartagena, las basuras se volvieron identidad de la ciudad; el tráfico es insoportable, muestra que no se pudo crear una cultura de convivencia y respeto. Haberle robado 4 años a la ciudad es un acto de magna corrupción. No avanzamos en nada. Solo en huecos, cráteres y repito, el reguero de basuras, falta de orden y homicidios. ¿La autoridad? Bien, gracias. Brilló por su ausencia... ¿cómo pudimos resistir?, definitivamente, somos heroicos.
Espero que la mala memoria de los cartageneros no sea la constante para escoger un candidato, no podemos frenar el desarrollo de la ciudad; necesitamos visión de distrito especial y ejecución, lo cual se traduce en empleo, ingresos y optimismo.
Ser incluyentes y empáticos es una exigencia; la presencia del alcalde en cada una de las tareas propuestas y un acompañamiento de todos. Cartagena no da espera, faltan solo 10 años para ver si podemos tener una oportunidad de celebrar con dignidad los 500 años de su fundación. Necesitamos obras que mostrar y lustre de patrimonio histórico. El inventario de problemas de la ciudad ya lo comentó el profesor Yezid Carrillo en su columna “Cartagena ‘La Fantástica’”: tiene claro, como otros colegas columnistas sin tintes políticos, que la ciudad está al garete.
Necesitamos un motor que genere empleos y educación digna, que todo el que pueda trabaje y ponga su granito de arena. Temo ser repetitivo, pero hay que ejecutar, no solo obras, también autoridad, respetando por supuesto la libre expresión y movilidad. La libertad es una de las cosas que están en juego en Colombia y en Cartagena. Terminado el libro citado, siento la frustración porque no hemos sido capaces de encontrar la piedra filosofal del buen gobierno. Bagdad, en el siglo octavo, entendió que no es por la fuerza, sino por el conocimiento que pudieron aprovechar en entorno del Tigris, Éufrates y una serie de vías terrestres con las que, gracias también al esfuerzo de los inmigrantes, construyeron una gran ciudad. Nuestra ruta de la seda está truncada, pero tenemos todo el potencial para encontrarla. Cartagena, ciudad privilegiada geográficamente y diagnosticada en exceso; salvemos a la ciudad de la decidia y del desdén.
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