Columna


Cartagena: corcho en remolino

HENRY VERGARA SAGBINI

30 de enero de 2023 12:00 AM

‘Bogotá Cómo Vamos’ surgió a finales del 2004, como iniciativa ciudadana, vestida con ropaje de credibilidad, promoviendo ‘rendición de cuentas’, sin sesgos politiqueros, convirtiéndose en termómetro infalible de catástrofes y calenturas sociales, monitoreando científicamente los programas de gobierno.

En 2005 implementaron la encuesta ‘Cartagena Cómo Vamos’ y, tristemente, los resultados son repetitivamente vergonzosos, criándole callos a la conciencia de los funcionarios, quienes cínicamente sonríen al recibir el ‘boletín’ informándoles que nuevamente perdieron el año.

Desde su fundación (1 de junio de 1533) hasta el último alcalde, Cartagena de Indias se mantiene estática, indolente frente al desequilibrio social que caracteriza a las ‘ciudades fallidas’.

Cartagena, crisol de rostros y memorias: indígenas luchando inútilmente por el pequeño universo que les pertenecía desde el principio de los tiempos y españoles convencidos de que el Nuevo Mundo era merecido regalo celestial, con esclavos africanos incluidos, por obra y desgracia de la ambición y el agua bendita.

Todo aquel torrente de costumbres, saberes y cánticos disímiles, de odios sin escrúpulos, serpenteaban por sus callejuelas, plazas, asentamientos miserables de la misma estirpe de los 75.000 tugurios que hoy visten de luto la Zona Suroriental y las faldas del Cerro La Popa, en Cartagena, mientras se escribía, y se sigue escribiendo, su historia con la tinta arrogante del invasor: “¡Se lo merecen!”.

Resulta curioso que, aun cuando el número de habitantes de Cartagena ha variado durante sus 490 años de existencia, la proporción de pobreza y miseria permanece inalterable, atrapada como corcho en remolinos de indiferencia e iniquidades: desde un puñado de codiciosos aventureros al momento de su fundación hasta los 1’013.389 habitantes reseñados en el último censo, Cartagena de Indias fue, es y será, a menos que ocurra un milagro, cementerio de Derechos Humanos, donde la actividad económica decrece mientras el sicariato, la prostitución, la informalidad, el narcotráfico se toman por asalto barrios, colegios, andenes, plazas, semáforos y, descomunales cinturones de miseria, la estrangulan sin que nadie la defienda.

Lastimosamente las estadísticas de Cartagena Cómo Vamos son letra muerta, idénticas desde Pedro de Heredia.

Bastaría actualizarle la fecha o, al menos, reproducir el último párrafo de la carta profética enviada por Rafael Núñez (Cartagena, 28 de septiembre de 1825 – Cartagena, 18 de septiembre de 1894) al presidente Miguel Antonio Caro, hace 129 años:

“Esta ciudad padece de inanición, literalmente. Sus hijos se ausentan de ella por docenas en búsqueda de trabajo que aquí no tienen. Puedo asegurarle que las cuatro quintas partes de la población de Cartagena, La Redentora, se acuestan todas las noches, sin saber que habrá de desayunar al día siguiente”.

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