Columna


Centro izquierda

RUDOLF HOMMES

18 de marzo de 2018 12:00 AM

Ahora es evidente que un gobierno que no es de derecha no le entregará el país a las FARC. Conviene entonces discutir qué le ofrecería un candidato de centro izquierda al país. Un gobierno de centro izquierda parte de dos premisas radicalmente diferentes de las que animan a los candidatos de derecha. La primera es que el Estado es independiente del gran capital, de los medios y de los grupos de interés o de presión. El papel reservado para el Gobierno es el de rector y regulador de la sociedad y de la economía, y el de árbitro en conflictos entre sectores. Solo en casos excepcionales, como cuando le corresponde actuar en defensa de los débiles o de los intereses del Estado, la Nación o el bien común, los gobiernos deben tomar partido a favor o en contra de un sector de la sociedad, y nunca a favor de un interés particular especifico.

En segundo lugar, un gobierno de centro izquierda o liberal igualitario está obligado a proteger al capitalismo de sus peores y más autodestructivas características, previniendo el abuso del poder económico en los mercados, o que se use la riqueza para monopolizar poder político, como lo hacen, por ejemplo, los plutopopulistas norteamericanos que tienen un excesivo control del Estado a través de financiar las campañas políticas. En las tensiones entre empleadores y trabajadores el Gobierno debe proteger los derechos y los ingresos de los trabajadores y prevenir excesos de cualquiera de las dos partes. En general, debe el Gobierno fortalecer el contrato social y avanzar hacia una mayor equidad y justicia social, priorizando mejorar las condiciones de vida de los más pobres e igualar a todos los habitantes en acceso a los bienes y servicios públicos. Son políticas para ‘nivelar el campo de juego’.

Mette Frederiksen, la líder del partido Social Demócrata de Dinamarca, dice en el artículo que inspiró esta nota que en los países dominados por los partidos de centro izquierda, el sector privado opera en un marco bien definido de libre empresa, copiosa inversión pública en investigación y desarrollo científico y tecnológico, y un sistema de educación pública de alta calidad y de libre acceso para toda la sociedad que da lugar a una fuerza laboral muy capacitada (Financial Times, 12/3/18). En contraprestación, la sociedad espera condiciones adecuadas para los trabajadores, seguridad para todos y elevados niveles de gasto público en bienestar de la población, financiado con impuestos progresivos.

Estos han sido los ingredientes del éxito que comparten los países escandinavos, haciendo posible una economía de mercado fuerte y eficiente combinada con un poderoso estado de bienestar. El objetivo, según Frederiksen, es evitar que los frutos de la globalización y el crecimiento se distribuyan injustamente y que esto dé lugar a la inseguridad que promueve populismos de izquierda y de derecha. El secreto es establecer el equilibrio “entre los mercados y la gente. La misión histórica de la social democracia es salvar al capitalismo de sí mismo”.

*Economista

rhommesr@hotmail.com

 

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