Columna


Colombia, me dueles

MARÍA CAROLINA CÁRDENAS RAMOS

25 de junio de 2022 12:00 AM

Existen conductas y situaciones que sobrepasan todos los límites y que por ende resultan injustificables, y que como sociedad deberían llevarnos a profundas reflexiones, sin apasionamientos, y sin siquiera recurrir a la excusa política o ideológica.

En columnas pasadas expresé que el fenómeno que había encarnado Francia Márquez en esta contienda electoral, nos mostraba los horrores del clasismo, el machismo y el racismo estructural que persiste en la sociedad colombiana, pese a que prefería quedarme con la visión, tal vez ingenua o romantizada, que significaba ver una mujer como ella llegar a este puesto tan importante. Sin embargo, la segunda vuelta resultó peor. La carrera hacia la Casa de Nariño de dos candidatos antiestablecimiento, rápidamente se convirtió en una batalla campal con múltiples heridos en las redes sociales, en las empresas, en los hogares... no hubo un lugar seguro que permitiera respirar en medio del ahogo emocional que provocaba la incertidumbre frente al resultado de las elecciones; y con el triunfo de Gustavo Petro ha llegado lo peor; porque si bien es cierto le asiste un profundo sentimiento de ilusión a gran parte de la población, esos que votaron con la esperanza de un verdadero cambio, sin saber muy bien en qué consiste, pero que, como promesa en medio de este caos ya es alentador. Existe por otro lado una parte importante de este país que rápidamente arremetió contra el hermano, el subalterno o empleado, como cobrándole el precio más alto y cruel por pensar distinto. No salgo de mi asombro al leer en redes sociales el llamado hecho a los empleadores para que despidieran a sus empleados que votaran por el “comunismo”, esos que “quieren todo regalado”, que no entienden que el capital se hace “trabajando”. Cuanto cinismo de quienes se creen mejores por ser “empresarios” a costa de mano de obra cualificada y mal paga en nuestro país. No rayan paredes, pero dejan familias sin sustento, y generan pánico económico equivalente al terrorismo; por ello también quiero decir: ‘Colombia, me dueles...’, me duele tu indolencia, tu mezquindad, como te ciegan tus intereses particulares, como nos cuesta lo colectivo. Hemos sentido el poder que tiene la juventud, las mujeres, el control social a un gobierno déspota, la eficacia de la protesta. Es hora de construir unidos y por supuesto hacer una veeduría rigurosa a este nuevo gobierno, que se inicia en el poder con un pueblo diferente, una generación dispuesta a jugarse el todo por el todo, que cree en un futuro distinto y vio que es posible. Está cerca la entrega del informe de la JEP. Sea el momento de vernos a los ojos, reconocernos unos a otros y construir una paz democrática y pluralista.

*Abogada con Especialización en Derecho Constitucional

y magíster en Derecho con énfasis en

Derecho Empresarial y Contractual.

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