Columna


Colombianos: la Gran Carpa

RODOLFO SEGOVIA

16 de octubre de 2010 12:00 AM

RODOLFO SEGOVIA

16 de octubre de 2010 12:00 AM

¡Bienvenidos a la Gran Carpa y asómbrense! El primer latino en las grandes ligas del béisbol moderno fue el colombiano Luis Castro, en 1902. Nació en Medellín en 1876. Hijo de banquero y político al que internaron aún niño en un colegio de Nueva York. Nunca regresó. No deja de ser insólito que el pionero de los latinos en las mayores haya sido un paisa. Castro estudió y comenzó a jugar pelota en el Manhattan College. De semiprofesional saltó en 1902 a los Atléticos de Filadelfia del legendario Connie Mack, en la advenediza Liga Americana (primera Serie Mundial en 1903). Castro, de piel morena clara, hablaba perfecto inglés y había ido a la universidad, rarísimo entre los peloteros rubios de entonces. Traspasó sin inconvenientes la barrera ferozmente racista del deporte en la época. Duró poco su carrera de segunda base en las Grandes Ligas; apenas 42 no muy sobresalientes juegos. La vida de Luis Castro giraría alrededor del beisbol. Trasegó durante muchos años por las ligas menores y es probable que haya sido también el primer manager latino del béisbol organizado. Combinó su pasión con los más diversos oficios: pompas fúnebres, distribución de cerveza, promotor de boxeo, referee y umpire, barman que expendió whisky prohibido. Administró desde hoteles hasta un óvalo de carreras de motocicletas. Los genes no se renuncian. Prosperó hasta la Gran Depresión. Al final de su vida recibió asistencia benévola de la Asociación Profesional de Jugadores de Béisbol. Murió anónimamente, como su tumba sin lápida, huésped psiquiátrico de un hospital neoyorquino en 1941. El beisbolista alardeó de su identidad latina y se le recuerda más por la chispa, por hacer reír a los aficionados, que por sus proezas en el diamante. Era proverbial su bonhomía y su impacto en química de los equipos. A ratos se hizo pasar por sobrino de Cipriano Castro, el dictador venezolano que mojó prensa por sus encontronazos con las grandes potencias a principios del siglo pasado. Le llamaban el Conde. Los colombianos se demorarían hasta 1974 antes de regresar a las grandes ligas con Orlando “Nato” Ramírez. Se acaba de iniciar la versión 2010 de la postemporada y el panorama de los compatriotas en las mayores ha cambiado, quizá no en número pero sí en calidad. Participan dos veteranos, Orlando Cabrera y Edgar Rentería, éste último en la banca; muchos, considerando que sólo son tres. El tercero es el promisorio lanzador Ernesto Frieri. Ningún aficionado al béisbol olvidará el roletazo de Rentería por encima de la segunda almohadilla en el décimo primer episodio para ganar con los improbables Marlins de Miami el séptimo y definitivo juego de la Serie Mundial de 1997. Es un instante suspendido en el ojo de la memoria tanto como el ingreso del novato deportista al Palacio de Nariño para celebrar su hazaña. Y Orlando Cabrera algo tiene en la bola. Llegó a mitad de la temporada a los Medias Rojas de Boston para ser pieza clave del equipo que triunfó en el 2004 después de 86 años sin imponerse en una Serie Mundial. Además, en los últimos 7 años ha estado 5 veces en la postemporada con 5 equipos distintos. Los colombianos en la Gran Carpa son pocos pero cumplidores. rsegovia@axesat.com *Ex minsitro

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