Columna


Combustible

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

30 de septiembre de 2017 12:00 AM

El mundo actual tiene como sangre y músculo, la gasolina y los motores que generan el movimiento. A ellos nos sometemos en todos los sistemas de vida y producción. Pero hay incógnitas y contradicciones que traen los carburantes que nadie entiende.

No hay ser humano que haya podido comprender porqué cuando baja el petróleo la gasolina se queda por las nubes. Recibimos de Minhacienda y Ecopetrol las mismas incoherentes explicaciones alcabaleras, soportadas en abstrusas tesis económicas.    

¿Será que nos cobran la gasolina por sus virtudes para el amor, que  son evidentes? No solo los carros han sido poderosa herramienta para lograr erótica aceptación con las damas, sino que los choferes han sido famosos en la  comunidad por sus reconocidos éxitos.

En todo el planeta el precio del combustible automotor ha sido proporcional al del crudo. Cuando este valía a $150 dólares el barril, la gasolina llegó a los US$ 5 en el  primer mundo. Con los actuales precios del oro negro,  hoy un galón de gasolina en USA, cuesta US $ 1.70, mientras en Colombia es de US$ 2.80.

Aquí nada los conmueve. Los precios del combustible deben tener alguna estrafalaria fórmula para fijarlos. Parece tener vigencia aquel “silogismo” para  idiotas: Si sube, pierdes tú y gano yo. Si baja, gano yo y pierdes tú. Como decía el verso del viejo De Greiff: “La llevamos perdida sin remedio”.  

El petróleo y su escalada alcista sirvió de pretexto para todo. Para subir los pasajes de avión y los de buses, las tarifas de los taxis, para no hablar de los peajes de vías en concesión que cada día están más deterioradas.

En relación con el extraño mundo de las aerolíneas  desconcierta casi todo. Los anuncios de salida y llegada de vuelos son  inextricables. El ruidoso galimatías de un robot con voz femenina en lenguaje estrambótico. Las únicas palabras que se entienden son el “atención” con que comienza la perorata,  y el “muchas gracias”  del remate.  Ahora se suman a esa Babel del desconcierto unos aviadores  ambiciosos y un patrón  que, pese a poderosas razones de economía, actúa con belicosa arrogancia en el manejo del conflicto.  

De otro lado, en ese transporte nunca hay cupo en el vuelo que nos interesa. Si alguien ruega compungido lo incluyen en una  ominosa lista de pasajeros condicionales, porque “su reserva no aparece en el sistema”. Después de humillaciones y desplantes, se embarca el interesado en el anhelado vuelo y descubre que la mitad de la aeronave está vacía. 

Este país es especial, cuando los precios del  arroz y de la  carne en pie se reducen al productor, los suben al consumidor, que todo lo soporta.

Las utilidades de la “iguana” seguirán en alza con perjuicios para  sufridos consumidores. Pero el incremento no llega a los  accionistas que han reducido su valor de adquisición, en escandaloso desplome.

abeltranpareja@gmail.com
 

 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS