Columna


Comenzó la navidad

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

07 de diciembre de 2013 12:02 AM

Sostenía Dickens que el espíritu navideño “sale a recorrer todos los países del mundo para estimular a sus habitantes a que vivan y disfruten de ese mes, que es la época de navidad”. Más que todo muchos sueños, esperanzas y deseos, lo que la convierte en la efemérides más hermosa del hombre.

Es una festividad que la Iglesia Católica se apropió con el ánimo de moralizar un poco a las desenfrenadas “Saturnales” Romanas que se celebraban en los “idus” entre el 17 y 24 de Diciembre, con festejos conocidos como “brumalia”, que eran según historiadores y teólogos el desenfreno de la inmoralidad.

Otro ícono de celebración de las navidades, el del pavo, tiene impronta americana: Es el menú que dieron los aztecas a Hernán Cortés durante una cena navideña. Este manjar se ha impuesto en casi todo el mundo.

La incorporación de aspectos musicales que hoy llamamos villancicos fue la decantada versión de los “pastorelle” o cantos de los pastores de la Itálica bota, donde los acompañaban con pesados vinos, panetones y exquisitos dulces.

Los gringos han consolidado en todo su esplendor este festejo universal. Esto no quiere decir que a las navidades se les pueda rotular “made in USA”. Porque ya muchos snobs se comen otro insípido pavo el día de “acción de gracias”. Las navidades tienen, sin lugar a dudas, una destacada influencia hispanoamericana, que ha incorporado variedad de platos de la cocina de cada región o país, para no hablar de bebidas que nos hacen desvariar durante estos “báquicos” festejos. Cuando nace el hijo de Dios la humanidad se tambalea.

Los aguinaldos son estrambótica estrategia de regalar objetos inservibles que aparenten un precio mayor al real. Impresiona el número de obsequios inútiles, de libros aburridores, licores imbebibles y artefactos que no tienen uso práctico, con los cuales nos enhuesan. Pareciera que al comprar aguinaldos escogiésemos elementos para fregar al otro.
Lo positivo de la costumbre es volver a la niñez abriendo los regalos, así haya que desecharlos al instante.

Algunos amigos especialistas en el tema establecen una recirculación de aguinaldos: el que recibieron de Fulano, se lo envían a MENGANO.

No obstante estar atropellados por gastos, excesos alimenticios y etílicos, fastidiados por congestiones y ceremonias, no hay nada más tierno y chévere que esta época, cuando todos volvemos a la infancia, a la alegría y a los más nobles sentimientos; un gran festival de ternura y amor comienza con las velitas esta noche ¡EN HORA BUENA!

abeltranpareja@gmail.com
 

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