Columna


¿Cómo enfrentar la violencia intrafamiliar?

Mercedes García Escallón

12 de mayo de 2022 12:00 AM

La violencia cada día cobra nuevas víctimas, llámese violencia psicológica, física, sexual, sea cometida contra las mujeres, contra los niños, contra los adultos mayores e incluso contra los hombres, una gama variopinta de posibilidades que día a día deja nuevas secuelas, algunas irreparables como la muerte. Es un fenómeno universal, no distingue de etnia, estrato, geografía, doctrina religiosa ni postura política. Es uno de los principales problemas sociales y de salud pública de nuestras regiones. No somos ajenos a la violencia, y nos ha tocado de alguna manera directa o indirectamente.

Para el caso de la violencia intrafamiliar, se gesta en el lugar que debería ser el más seguro: nuestra propia casa; esto la hace más compleja y más grave: que la agresión se produzca en ese lugar donde esperamos ser protegidos y amados y se lleve a cabo por una persona con la que se tiene un vínculo afectivo, genera mayores repercusiones, complejiza su superación.

Somos una sociedad violenta, nos formamos en un escenario que valida y naturaliza la violencia como un mecanismo de crianza, como una forma de instrucción y de enseñanza. Creencias aprendidas, centradas sobre el lema: “La letra con sangre entra”, que hacen que la violencia se perpetué y se arraigue en nuestras casas, pero también en nuestros pensamientos. Algunos modelos de nuestra sociedad enseñan a obtener arrebatándole al otro hasta la dignidad, la cultura del todo se vale enquistada en nuestras prácticas cotidianas, que hoy nos definen como una cultura tan violenta que asesina hasta a su propia cría.

Para deconstruir este paradigma es necesario hacer conciencia de que estamos ante una situación de violencia, la cual de alguna manera hemos soportado, como si fuera el único destino posible, como el ave que acostumbrada al encierro, aun con la jaula abierta no es capaz de alzar vuelo, temblando del miedo a la libertad y a la autonomía, porque no sabe cómo ser, por fuera de su propio agresor. Muchas víctimas y sobrevivientes de la violencia tienen tal nivel de desesperanza producto de una experiencia sistemática de violencia, que afecta sus emocionales, pensamientos y aun cuando traten de salir de la situación, les llevará muchos intentos. Necesitarán también, apoyo social, respuestas certeras, eficaces por parte del sistema de justicia, profesionales preparados y sensibles a esta problemática.

La muerte por violencia es una grave tragedia, pero es evitable, y este debe ser el centro de la intervención y de nuestra atención, saber que podemos trabajar desde todos nuestros escenarios para evitar la muerte o cualquier forma de violencia. Se empieza con “pequeñas” formas de violencia y se continúa de manera cíclica, cada vez más intensas y más frecuentes, hasta llegar al homicidio como la forma más gráfica y repudiada de la violencia.

Desde hoy podemos decidir y empezar a interactuar y a construir desde el respeto, desde el amor y la democracia, cada cosa, por pequeña que parezca es digno de ser cambiada. Para las personas que sufren violencias debo agregar: son realmente fuertes elefantes anclados a una pequeña puntilla, basta con levantarse y encontrarán una grandeza interior que será un primer gran paso hacia la construcción de otras maneras posibles.

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