Columna


Corta de pellejo

RODOLFO DE LA VEGA

04 de agosto de 2012 12:00 AM

RODOLFO DE LA VEGA

04 de agosto de 2012 12:00 AM

Generalmente las personas gordas nos comunican un sentimiento de simpatía; nos las imaginamos como seres bonachones incapaces de hacer un mal. Los amigos los llaman gordos: El Gordo y El Flaco, el gordo Martelo, el gordo Otoya y el gordo Benjumea. Otra cosa es la obesidad como patología, que puede afectar gravemente la salud. Cuando se agotan los procesos clínicos y dietéticos, los pacientes son sometidos a prácticas quirúrgicas riesgosas. Además de la liposucción, se acude a la reducción de la capacidad del estómago, colocación de unas bandas externas, instalación de un balón intragástrico y recesión de parte del estomago. Con procedimientos de “bypass” se busca la eliminación de ciertas zonas de absorción.
Por medio de la cirugía plástica y reconstructiva se trata de corregir deformaciones congénitas y reparar  daños causados por accidentes, como rediseñar un rostro en busca de belleza, elevar un busto caído, mejorar la forma de los glúteos y cosas semejantes. Hace algunos años se supo que varios capos del narcotráfico recurrieron a los cirujanos plásticos para que les cambiaran los rostros. La noticia transcendió porque los capos, después de haber ofrecido a los cirujanos cuantiosas sumas, prefirieron pagarles con plomo en lugar de hacerlo con plata.
Candelaria Reyes es hija de Juan Sebastián y Candelaria. Nació en 1945 en San Cristóbal Negro, donde desde temprana edad sus familiares la llamaron simplemente Candé. Ya en el colegio de doña Concepción Bula, sus compañeras se dieron por llamarla “Candocha”. Al llegar a la adolescencia Candocha presentaba unas nalgas paradas y unos pechos turgentes que amenazaban con salirse del corpiño. Sus encantos físicos le atrajeron muchos admiradores y, como Candocha no era muy reparona, le daba lo mismo “batearse” hoy con Juan Carlos, y mañana con Óscar o con Orlando. Como resultado de su liberalidad, tomó estado a edad temprana. Tuvo arrebatos pasajeros con uno y otro, hasta que por fin sentó cabeza con Rafael Ayola, el hijo de Clementina Frías, la dueña de la mejor tienda del pueblo. Llevaban juntos unos 18 años y Candocha conservaba algunos de sus atributos. Sus nalgas un poco más voluminosas se mantenían firmes, sus senos más grandes, conservaban su esbeltez.
Pero algunas arrugas le preocupaban por lo que recurrió a su primo Pepe Aldana, cirujano plástico especializado en Italia. Pepe le practicó una cirugía que le dejó la piel tersa como la de una niña. Ya recuperada de la operación, Candocha quiso hacer en casa su vida normal. Por la noche se quitó el ajustador y el moruno y se cubrió con un batón liviano para dormir.
Pero no pudo conciliar el sueño. Al siguiente día dio aviso a su primo Pepe, quien aseguró que su trabajo había sido impecable y le recetó unos tranquilizantes. Pero aún así, tampoco pudo dormir. Por eso consultó a Roberto Martínez, el curioso del pueblo, quien después de un minucioso examen dictaminó: “te dejaron corta de pellejo”; por eso, cuando te quitas el ajustador el peso de las tetas jala hacia abajo y no te deja cerrar los ojos.  Ponte nuevamente el ajustador y acuéstate tranquila. Efectivamente, Candocha, con el ajustador ceñido, pudo dormir plácidamente hasta el amanecer del siguiente día.

*Asesor Portuario

maalvarez@sprc.com.co

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS