Columna


Crisis filarmónica

FRANCISCO LEQUERICA

06 de junio de 2023 12:00 AM

Desde gradas caribeñas, lejos de recursos sinfónicos, se teme que el centralismo siga usándonos como nimia vitrina festiva y nos impida participar en un debate nacional sobre el Arte. Soliéndose propagar los incendios desde su foco capitalino, poco se hacen valer estas inquietudes y mal se espera que nos guarezca una casa en llamas. La Orquesta Filarmónica de Bogotá, proclamada simiente y cimiento del giro nacional en la inauguración presidencial de la que fue partícipe, atraviesa una crisis laboral, funcional, humana. Brotan voces hastiadas de profesionales precarizados cuyo tono creativo e ilustrado poco conmueve al tipo de avivato liso, lelo y lego que usurpa hoy la gerencia de su gremio.

Leonardo Federico Hoyos, maestro de estelar desempeño, hijo del destacado músico cartagenero Luis Rafael Hoyos, ha sido una de las víctimas más notorias de este asunto que la Revista Tempo reseñaba en un valiente e incisivo editorial. En abril, Hoyos fue relevado de la dirección de la Filarmónica Juvenil de Cámara, ensamble con el que dejó un legado histórico y benefició a un servidor como a tantos compositores vivos del país a través de preciados estrenos. De su cese, inmotivado tras una década en que honró a la OFB, tuvo el agravio de enterarse por terceros, pues hasta la cortesía de ser informado le fue negada por la administración de David García.

Tal modus operandi recuerda al que empleó Petro con Patricia Ariza evitando, con insensata incoherencia, toda alusión a la otrora piedra angular de su idea nacional: el Arte. La atención mediática al remezón ministerial no bastó para advertir que Mincultura cumple ya tres meses de interinidad. El ministro encargado Zorro, músico experimentado, amagó implementar el prometido sistema sinfónico y se topó con un muro de académicos recalcitrantes que sólo distrajo a la comunidad musical de sus prioridades y dilató cualquier acción. Desde ahí, persiste un tenso silencio que pronostica ese Florero de Llorente cultural ya imprescindible para reevaluar el lugar otorgado al Arte en nuestra sociedad.

Si otro ministerio permaneciese tres meses en interinidad, el país se inflamaría; pero la cultura ha sido cruelmente desconectada de sus funciones y sus crisis le resultan ajenas a la mayoría. Así, dilemas cruciales nunca ven la luz fuera de los foros que los albergan. No sorprende que nuestras instituciones, obedeciendo a la lógica neoliberal, no asuman el riesgo de ningún liderazgo que no les beneficie directamente. El reciente cierre al público del Museo de Arte Moderno de Medellín, con motivo del cumpleaños de J. Balvin es una de muchas anécdotas de instituciones que traicionan su cometido y que, por celar un monopolio fallido de la autoridad estética tras habérselo arrebatado a iglesias y jerarcas, se venden hoy al mejor postor.

Editorial Revista Tempo, Mayo 2023: https://www.temporevista.com/articulo/el-desconcierto-mas-grande-del-mundo.

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