Avanza el confinamiento y va dejando claro que sin prisa pero sin pausa la realidad martilla donde duele y el amor por la causa y por la gente nos da la fuerza requerida para contener el río crecido que nos ahogará si la irresponsabilidad prima sobre la templanza, la racionalidad, el cumplimiento del deber y la palabra.
Como habitante del planeta en este trascendental período de la humanidad, más allá de la preocupación, el dolor por la muerte extendida, la amenaza latente, siento optimismo y satisfacción al valorar el compromiso sin límite de quienes, en primera línea, ponen el pecho en el mundo arriesgando su vida y la de los suyos.
Es tiempo de abrazar y agradecer a quienes asumen que la humanidad es su familia y dan el ejemplo del compromiso total.
Más allá del personal médico, abrazo a los servidores públicos y los ciudadanos solidarios que por sus roles, están en las calles desafiando el destino, movidos por el deber y sobre todo, por el amor y la solidaridad sin límite. Son quienes a otro ritmo mantienen funcionando la sociedad que, confinada, requiere producir y distribuir alimentos y servicios para vencer la curva de ascenso del mal.
El tiempo de aislamiento es de reinvención: pensamiento, silencios, quietud, valoración, espacio para limpiar el espíritu y dejar florecer la sencillez y con ello la grandeza. Vencer la arrogancia y sus múltiples soberbias: el mejor es el que más hace por los demás, el que da sin tomarse la foto porque en las crisis no tienen cabida vanidades ni ruindades. El mejor es el que no sale a la calle y confina la viveza y el atajo, el privilegio, el derecho a no tener derecho.
Las respuestas en las grandes crisis juntan extremos y los odios se calcinan en el amor por la patria y sus gentes. Los oportunismos no tiene cabida y menos los conflictos ideológicos porque el virus no diferencia, el riesgo, la enfermedad y la muerte nos iguala.
Es tiempo de complementos, sinceridades y respeto. Es momento de acatar y ser creativos, prepararnos para una larga travesía que ojalá la ciencia haga más corta. Tiempo para que los violentos controlen sus virus, muestren bondad parando la sangría, impidiendo incendios en las selvas y los ríos.
Los que podemos tenemos que ser solidarios con quienes hoy extrañamos en casa, con los que dependen del día a día, el rebusque, la necesidad del trabajo. Dar al que le sobra enriquece.
Las crisis unen, exalto y llamo a valorar el apoyo de Petro a Duque e invito a respaldar al alcalde Dau, su gabinete, a funcionarios y contratistas que no han parado un segundo en la toma de decisiones, y en las soluciones que la realidad exige. También a la Fuerza Pública, la Gobernación y los guardianes ambientales que son mis hijos y mis vigilantes ojos.
*Abogado ambientalista y comunicador.
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