El ministro de Defensa, de quien soy admirador por su enjundia y capacidad de trabajo, en un artículo que publicó en El Tiempo en homenaje a los héroes nacionales, olvidó a los héroes de Cartagena, desconociendo de paso la historia.
A los cartageneros que dieron su vida en 1815 en el denominado Sitio de Morillo, que cercó a la ciudad durante 105 días y que le da su título de ciudad Heroica. Y que el 6 de diciembre entrando en ella un mismo comandante español narra así la dantesca escena: “No es posible que pueda expresar a V. E. el estado horroroso en el que se ha encontrado la ciudad, han muerto de hambre más de dos mil personas, y las calles están llenas de cadáveres que arrojan una fetidez insoportable”.
Crimen que hoy sería considerado como de lesa humanidad, porque se cercó despiadadamente y se dejó morir de hambre a miles de valientes cartageneros, y a toda su dirigencia política, que unos meses después, en febrero de 1816, fue fusilada por Morillo, quien acabó con lo más granado de la intelectualidad no solo cartagenera sino de la Nueva Granada: Manuel del Castillo, Pantaleón Germán Ribón, Miguel Díaz Granados, Santiago Stuart, José María Portocarrero, José María García de Toledo, Martín Amador, Antonio José de Ayos, Manuel de Anguiano, y más tarde fue puesto preso en Popayán cuando intentaba salir del país al copresidente de la Nueva Granada, el también cartagenero Manuel Rodríguez Torices, fusilado en Bogotá junto a su maestro Camilo Torres Tenorio.
De esta lista de fusilados seis eran egresados de la Universidad del Rosario. Fue tan tenaz la persecución que se fueron hasta Venezuela para acribillar a los valientes hermanos Gutiérrez de Piñeres.
Junto a ellos, centenares de héroes populares también fueron fusilados en la plaza de la Merced frente al hoy teatro Adolfo Mejía, entre ellos a Julián Bustillo, Juan Bautista Marín, Francisco Castro, José Liberato Pretel, Juan José de la Peña, Santos Luenar, Domingo Pumer, Pedro Moreno, Liberato Rodríguez, José Manuel Calderón, José Villapol, José Acevedo, Tiburcio Flórez, Domingo Victoria, Pedro Antonio García, Eduardo Arazo, Manuel Martínez, Diego Ortiz.
Luego del fatídico sitio que los historiadores narran como una verdadera barbarie, Morillo se dirige a Santa Fe de Bogotá donde es recibido por la dirigencia cachaca como un héroe con coronas de flores y guirnaldas. Ya antes habían profesado su amor a “su amado rey Fernando” como lo dejan escrito en el acta de independencia que firmaron el 20 de julio de 1810. Muy diferente a la del 11 de noviembre de 1811, donde los mencionados fusilados en Cartagena dicen en su acta “estar dispuestos a dar su vida” como en efecto lo hicieron por la independencia.
Hay pues que revisar la verdadera fecha de la independencia, ya que las dos actas hablan por sí solas.
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