Columna


De la empanada con huevo

JORGE RUMIÉ

02 de febrero de 2018 12:00 AM

Puedes amenazarme con un mar de leva en un vaso con agua, pero moriré diciéndole: empanada con huevo.

Cuando Luruaco era un caserío tímido en los nobles rincones del departamento del Atlántico y quería convertirse en municipio, por allá en el año de 1953, ya Daniel Lemaitre le “dispensaba honores” de “cosa vieja” a nuestra empanada con huevo, con sus palabras adornadas de versos. Y decía: “Cosa vieja, cosa buena/ Con que no podrá ‘lo nuevo’/ Es la empanada con huevo/ Oriunda de Cartagena. Si alguna dicha terrena/ Entre los mortales anda/ Es esa cosa admirada/ De masa y de huevo frito/ Nacida en el corralito/ Una noche de parranda…”

Ahora… ¿por qué tanta insistencia en llamarla: “Arepa de huevo”? Bueno… como todo en la vida tiene su explicación lógica, te aseguro que ello viene de nuestro afán por tratar bien a los turistas del interior del país. Y para entendernos, terminamos usando el nombre propuesto por ellos. Sin embargo, a mi manera de ver las cosas, se trata de una capacitación muy sencilla, la que cualquiera entendería, para que no perdamos nuestras tradiciones y hasta nuestra identidad cartagenera.

Bastaría decir: “Vea señor turista, con el respeto que se merece y sin querer ofenderle el cucayo del alma, quiero enseñarle que culinariamente hablando, una arepa es todo aquello que lleva su acompañamiento en la parte de arriba. ¿Me explico? Tal como le sucede a la ‘arepa con queso’. Pero las empanadas, entiéndame bien, no llevan nada arriba, lo llevan adentro… bien adentro. ¿Ve el huevito adentro? Entonces, amigo, deje así y que siga llamándose ‘empanada con huevo”. Y santo remedio. Terminada la capacitación. ¡Qué venga otro turista!

Cambiando de tercio, pero siguiendo con las empanadas con huevo, aclaro otra expresión cartagenera también distorsionada con el paso del tiempo. Es el calificativo: “Medio huevo”, lo que muchos asocian con una vulgaridad, y no es así. Como bien lo señaló el arquitecto Germán Fonseca en un escrito reciente, por allá en los años 60, en pleno Mercado Público, había varias mesas de fritos en franca competencia. Y para bajar costos, algunas comenzaron por ponerle “medio huevo batido” a las empanadas. Y así, cuando llegaban los clientes, tocaba precisar: “Doñita, despácheme una empanada con huevo, pero no las ‘medio huevo’ aquellas que están en ese rincón”. Y así fue quedando la expresión “medio huevo”, para significar aquello que es barato, de baja calidad o incompetente.

JORGE RUMIÉ

jorgerumie@gmail.com

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