Columna


De trampas y entrampamientos

Christian Ayola

28 de abril de 2022 12:00 AM

Hecha la Ley, hecha la trampa”, de este aforismo ya existía una versión en el imperio romano: “Inventa lege, inventa fraude”, y una más antigua en la ley hebrea. Pero también se atribuye a una historia narrada por el antropólogo italiano Fosco Maraini, quien cuenta que desde el año 675 hasta el 23 de octubre de 1868, en el Japón por decreto imperial, para evitar comer alguien reencarnado, solo podía comer carne de animales marinos, sin embargo, conseguir pescado no era tan fácil, pero sí los cerdos. Así que unos monjes muy listos bautizaron a los cerdos como “ballenas silvestres”.

Sísifo es una controvertida figura de la mitología griega, utilizada por Albert Camus en su obra “El Mito de Sísifo”, para explicar la futilidad de la existencia humana, la experiencia de vacío interior que lleva a cuestionar el sentido de la vida en la monotonía diaria de muchas personas; la compara con el castigo que los dioses del Olimpo impusieron a este personaje, que consistió en empujar una enorme piedra hasta la cima de una colina, y casi al coronarla, la piedra siempre rodaba hacia abajo, teniendo que empezar desde el principio, una y otra vez por la eternidad.

El motivo de la condena, según el relato, es que este personaje, la había comentado a Asopo que el autor del rapto de su hija, la ninfa Egina, había sido Zeus. Ante el reclamo del padre a los dioses del Olimpo, estos deliberaron, y como Sísifo a pesar de su éxito político y comercial, tenía ciertos antecedentes negativos por secuestrador y asesino, decidieron enviar por él a Tánatos (la muerte), pero el malandrín logró engañarlo, le puso grilletes, y como consecuencia, durante un largo tiempo, nadie moría en la tierra, tuvieron que comisionar a Ares (dios de la Guerra) para que lo liberara, y apresara al bandido.

Capturado Sísifo, y conducido al inframundo, quedó custodiado por Hades, pero el sagaz personaje antes de morir, le dijo a su esposa que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio obligatorio a los muertos, así lo hizo ella; una vez en el infierno, renegaba de su esposa por no estar cumpliendo con su deber con las almas de los difuntos, y convenció a Hades para que le permitiese volver al mundo superior y así castigarla; por supuesto, no regresó.

Ante la burla al sistema jurídico y penitenciario mitológico, los dioses tuvieron que imponer tan ejemplar condena.

“Cuando estás en el infierno solo el diablo puede mostrarte la forma de salir”, dice el escritor inglés Joe Abercrombie. En Colombia podríamos darle clases a Sísifo de cómo hacer trampas, especialmente por parte de algunos políticos que ofrecen dádivas a los condenados y después se dicen entrampados.

*Psiquiatra.

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