Columna


Decisiones

MARISTELLA MADERO JIRADO

21 de septiembre de 2013 12:02 AM

Ante a las últimas protestas y su impacto en las redes sociales, ¿vamos hacia una revolución social al estilo de la primavera árabe? Otros, menos optimistas, sospechan que la protesta no bastará para cambiar la sociedad colombiana.
La coyuntura, en medio de la compleja trama de la propiedad y el uso de la tierra, conduce a reflexionar sobre las expresiones democráticas en Colombia y, en consecuencia, sobre la participación política y la protesta social.
Pensadores como los ingleses Christian Welzel y Ronald Inglehart señalaron que la democracia efectiva solo es posible “en Estados con una relativa infraestructura social desarrollada, la cual incluye no solo los recursos económicos sino hábitos extendidos de participación y un énfasis en la autonomía de la opinión pública”. ¿Estaríamos ad portas de una revolución social ante la débil participación y autonomía de la opinión pública en Colombia?
Es preciso leer la entrevista del profesor Medófilo Medina a La silla vacía. Indica, como gran conocedor de la historia de Colombia, que estas coyunturas, denominadas revolucionarias, deberían analizarse en su real dimensión.
No estamos ante una gran revolución social, pero sí ante la oportunidad de transformaciones que trasciendan la mera modificación de la política agraria. Y esto aplica para optimistas y pesimistas.
Infortunadamente nuestra infraestructura social, para conocer e interesarse por usar las herramientas políticas disponibles, no es la idónea. Así como tampoco la autonomía de la opinión pública, moldeada en gran medida por la agenda de los grandes medios de comunicación.
Ante estos obstáculos lo revolucionario es cambiar ciertos comportamientos individuales y cotidianos, para afectar comportamientos colectivos. Me refiero a las pequeñas elecciones diarias, como valorar los mercados campesinos y la pesca artesanal, o comer los productos de cosecha.
También, preguntarnos: “¿Y si dejáramos de cultivar?”, como sugiere el documental del mismo nombre sobre los aprietos históricos del campesinado en los Montes de María.
Esta sola reflexión invita a ponernos en los zapatos de nuestros campesinos, y debería motivarnos a cambiar comportamientos individuales que, sin percatarnos, mejorarían la situación del campo en Colombia y en Bolívar.
Si lo hacemos, la protesta social rendirá frutos más inmediatos y estaríamos más cerca de entender que la democracia también se construye con las decisiones cotidianas.
*Profesora del Programa de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UTB
Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB o a sus directivos.

mmadero@unitecnologica.edu.co
 

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