La medida, que se convertirá en norma de Patrimonio Nacional del Ministerio de Cultura, el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de Indias y Escuela Taller, da un paso severo y decisivo en la reglamentación del uso comercial por parte de particulares del patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad.
El centro histórico y sus zonas de influencia han sido víctimas de la ligereza con que las autoridades concedían permisos para su uso comercial, publicitario y social a particulares. A partir de hoy, sin embargo, se regulará estrictamente el uso comercial del espacio público y se prohibirá la exposición de vallas y demás artefactos publicitarios o de propaganda política que oculten, distorsionen o contaminen la integridad visual de murallas y baluartes.
Teniendo en cuenta antecedentes de uso arbitrario del patrimonio por parte de particulares, quedarán prohibidas las exposiciones promocionales de vehículos en áreas de influencia del centro histórico, sobre todo al pie de las murallas, y la instalación de estructuras permanentes o móviles, como tarimas, que alberguen un número considerable de personas a lo largo de estas, y la exhibición de avisos publicitarios de empresas patrocinadoras delante, detrás o alrededor de dichas estructuras.
El acuerdo, que ha comprometido a los entes nacionales y locales que garantizan la integridad del patrimonio cultural, ha sido calificado de histórico, no sólo por las restricciones que impone al uso arbitrario de estos espacios sino por las sanciones disciplinarias que caerían sobre los funcionarios que violen estas normas.
Las entidades reunidas la pasada semana acordaron recomendar al alcalde del Distrito Turístico y Cultural de Cartagena de Indias tomar medidas para una gradual peatonalización del centro amurallado y una vigilancia más estricta sobre todas las formas de contaminación auditiva y visual de este sector.
La cumbre de autoridades patrimoniales destacó el peligro que a mediano plazo corren sectores tradicionales del centro de la ciudad si se continúa con el ritmo de la especulación inmobiliaria, dentro y fuera del centro amurallado, lo que llevaría a un despoblamiento de estos sectores por parte de la población raizal.
Se destacó, por último, el caso de Getsemaní, sector que ha sido objeto de una incontrolable gentrificación, eufemismo que nombra el desplazamiento forzado de población de sus lugares de origen y residencia, dado el alto valor que adquieren suelo y viviendas en el negocio inmobiliario y turístico.
P.S. Escribí esta nota pensando que ustedes la leerán el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, cuando quisiéramos convertir los deseos en realidades.
*Escritor
collazos_oscar@yahoo.es
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