Columna


Del cielo a la Cova de Iría

LEDIS CARO D.

13 de mayo de 2021 02:23 PM

La mañana estaba helada. El frio azotó el rostro de los peregrinos que, conmovidos, salieron a la puerta del hotel motivados por el sonar de las campanas de la basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, el santuario católico por excelencia de Portugal.

El sonido de las campanas se convirtió en acordes de la canción “el 13 de mayo...”. Eso fue, literalmente hablando, música para los oídos de los visitantes.

Era Cova de Iría, el lugar remoto de Portugal que saltó a las noticias el 13 de mayo de 1917 cuando tres niños pastores aseguraban, aún a costa de su propia tranquilidad, que la Virgen María se les había aparecido en el sitio conocido como la Cova de Iría, propiedad de la familia de uno de los tres pastorcitos.

EL 13 DE MAYO...

Antes de la Constitución Política de 1991 puede decirse que no había colombiano que no hubiera entonado aquel estribillo que citaba que “El 13 de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iría...”.

Era algo que se repetía cada 13 de mayo, de cada año, bien en las casas, de donde la aprendimos muchos de labios de las mamás; o bien en los colegios, durante la clase de religión.

Eran tiempos cuando la religión no era motivo de enfrentamientos y mucho menos de vergüenza.

Hoy, cuando estamos a 13 de mayo en medio de una pandemia que nadie se imaginaba sería tan catastrófica, vale la pena hablar de esa “Cova de Iría”, donde, según la historia “ a tres pastorcitos la Madre de Dios, reveló el misterio de su corazón”.

COVA DE IRÍA

La Cova de Iría que, según algunos traductores, significa “pozo de voluntad”, es un sitio (algo así como un barrio) de la parroquia de Fátima, centro de Portugal.

Aquel lote donde estaban los pastorcitos Lucía dos Santos y Jacinta y Francisco Matos mientras cuidaban las ovejas, hoy se ha convertido en un emporio turístico de Fátima y, por ende, de Portugal.

Es considerada la parte más importante de Fátima.

Sus conventos, hoteles y conjuntos residenciales de lujo la hacen un sitio turístico por excelencia.

De Lisboa, capital de Portugal, queda a una hora y media, o un poco menos, en bus o carro particular.

Su moneda es el euro y su economía gira en torno al turismo, con almacenes y centros comerciales donde se venden, mayormente, objetos religiosos relacionados con la advocación de Nuestra Señora de Fátima.

En el lugar de las apariciones se construyó la basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, uno de los sitios religiosos con que cuenta Cova de Iría y el Santuario de Fátima, ese lugar remoto en la geografía mundial pero tan presente en la mente de creyentes católicos.

Un paseo obligado cuando se visita al Santuario de Fátima es ir a la aldea de Aljustrel, distante unos tres kilómetros de la Cova de Iría, donde se conservan las casas donde vivieron los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, y Lucía dos Santos. Hoy son museos.

FÁTIMA, CATÓLICA CON NOMBRE MUSULMÁN

Debido al Santuario de Nuestra Señora de Fátima, construido en la Cova de Iría, la ciudad de Fátima se ha convertido en un destino de turismo religioso de talla internacional. Se cree que al año recibía (antes de la pandemia por covid-19) unos seis millones de visitantes.

Sin embargo, las dos últimas celebraciones se han hecho sin público, como está ocurriendo con otros lugares de peregrinación en el mundo.

Según datos estadísticos, Portugal es 80% católico, aunque solo un 20% acude a los templos católicos, y Fátima es su sitio de peregrinación por excelencia.

Una de las curiosidades que se cuentan de Fátima tiene que ver con el hecho de que, a pesar de que es uno de los santuarios católicos marianos más visitado e importante del mundo, su nombre deriva del pueblo musulmán.

De hecho, dicen los guías, el nombre Fátima surge como homenaje a la hija predilecta del profeta Mahoma, bautizada como tal en época de la ocupación musulmana a esos territorios.

País laico

Antes de la Constitución Política de 1991, el Estado colombiano reconocía a la religión católica como la principal manifestación de fe del país. Pero después de esa fecha se declaró inexequible esta consagración oficial.

De ahí que tradiciones como la de recordar hechos como los ocurridos en la Cova de Iría saliera de las aulas escolares y hasta de los hogares.

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