No hay día que no haya un hurto en la avenida Santander, sector Marbella, donde hay una permanente actividad hotelera que lidera el Hotel Bellavista, con más de sesenta años prestando un servicio reconocido internacionalmente por su ambiente familiar con habitaciones tipo estudio, bajo la fronda tupida de árboles centenarios, sembrados en cementados patios de brisas marinas.
En la edificación republicana que mira a Playa Chica, con capacidad para ciento cincuenta personas, se mezcla la cultura europea y norteamericana con la nacional de un modo cercano y amable, estimulado por los hermanos y propietarios Enrique y Monique Sedó, y la administradora Adriana Di Bello, quienes son los paternales anfitriones de este cálido albergue turístico, único en la ciudad de Cartagena, cuya paz se siente vulnerada por hechos que también han afectado a algunos de sus huéspedes mientras recorren los alrededores.
No se puede salir a pie, me dijo una francesa estudiante, después de contarme cómo fue despojada violentamente de sus pertenencias llegando al Cabrero. Como ella, varios residentes del sector han sido atracados por motorizados.
Yo misma fui testigo del hurto violento del que fue víctima hace unos días, cuando caminaba por la acera, otra joven turista canadiense, sin imaginar que a los pocos días mi propia hermana sufriría la misma suerte en inmediaciones de las oficinas del Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte, DATT.
Carperos y salvavidas se quejan de la falta de vigilancia en las playas, también acosadas por la acción delincuencial frecuente. Necesitamos que la policía tenga en cuenta que estas playas son muy visitadas y la gente teme venir por la presencia amenazante de atracadores y ladrones, me dice un trabajador del sector.
Cualquier hora es peligrosa para salir, afirma la habitante de un edificio residencial y pide a la administración municipal ocuparse de este flagelo que crece sin que lo atiendan de inmediato. Las motos y sus parrilleros son el terror de peatones porque generalmente en estos vehículos es que se cometen los atracos.
Vine a Cartagena porque me dijeron que era el mejor sitio del Caribe, me dijo un español a quien le tocó ver un atraco a las once de la mañana mientras un taxi lo trasladaba del aeropuerto a su hotel.
Es un mal recibimiento, agrega, y se refiere al impacto negativo para la actividad turística. Y tiene razón. La seguridad debe estar garantizada para visitantes y para propios. La comunidad reclama su derecho a que se le protejan su vida y sus bienes.
En Marbella hay que encender las alarmas antes de que los casos sigan multiplicándose sin contención y ocurran hechos que lesionen vidas humanas y las medidas que se tomen sean de inútil reacción y no de eficaz prevención.
vergaraglenda@hotmail.com
Comentarios ()