Columna


¿Disculpas de España?

“Pero, a pesar del rechazo que nos produce esto, no es con el uso político del pasado, al decir del historiador Marco Palacios, como vamos a ‘saldar’ supuestas (...)”.

HAROLDO CALVO STEVENSON

12 de abril de 2019 12:00 AM

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha provocado un alboroto mayúsculo con su exigencia al rey de España y al papa que “se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones (durante la conquista española de América) a lo que ahora se conoce como derechos humanos”.

Para no pocos, la pretensión es una jugada populista al cumplirse, en 2021, 500 años de la caída del imperio azteca a manos de Hernán Cortés y sus huestes. El gobierno español la rechazó en forma tajante. Historiadores de todas partes se han pronunciado en contra.

Jorge Orlando Melo, autor del estudio más completo sobre la conquista española de la actual Colombia, se pregunta: “¿Hay que pedir perdón porque existamos los colombianos y mexicanos, que somos el resultado de esa Conquista? ... Esto es retórica histórica, ideológica y emocional”. Y Jorge Castañeda, excanciller mexicano, dice: “¿En verdad sabemos quiénes somos ‘nosotros’ y quiénes son ‘ellos’? ¿Queremos abrir esa caja de Pandora? ¿O se trata de demagogia pura?”.

Las disculpas públicas de estados no son raras. En 2015, la propia España pidió perdón a los judíos sefardíes por su expulsión en 1492. El presidente Macron de Francia lo ha hecho por las torturas durante la ocupación de Argelia. Y no hace mucho, el papa Francisco pidió “humildemente perdón... no solo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”.

Pero la salida de López Obrador es improcedente por dos razones. Una es que esas peticiones de perdón solo se dan por voluntad propia, se pactan o se exigen desde una posición de fuerza. Un ejemplo es el acuerdo de paz con las Farc. Otro, el caso de Alemania luego de sus derrotas en las dos guerras mundiales. Se entiende, por lo tanto, el rechazo de España; no esperemos sus excusas.

Una razón de más peso es el error de juzgar la conquista española con el lente del siglo XXI, desde el ángulo, como dice el mismo López Obrador, “de lo que hoy se conoce como derechos humanos”. La conquista española de América fue, sin duda, una empresa de sometimiento y de cruel explotación por individuos convencidos de su superioridad racial y cultural. Sojuzgar era civilizar.

Pero, a pesar del rechazo que nos produce esto, no es con el uso político del pasado, al decir del historiador Marco Palacios, como vamos a “saldar” supuestas deudas históricas. Como es imposible editar lo ocurrido o revivir a las víctimas, el mejor perdón es el que se pide con hechos, con la voluntad política de crear las condiciones para que estos atropellos jamás se repitan.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB o a sus directivas.

*Profesor Asociado UTB

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