Columna


Donald Trump y sus raíces africanas

Los científicos aún no lo confirman, pero seguramente ocurrió una maléfica mutación en el intrincado acople de los genes del ser humano.

HENRY VERGARA SAGBINI

27 de mayo de 2019 12:00 AM

Aun cuando usted no lo crea, el 97% los genes del exitoso empresario y presidente de Estados Unidos, Donald Trump, así como los de Carlos Slim y Bill Gates, los dos hombres más adinerados del planeta, provienen de Mamá África, de donde migraron y poblaron los continentes hace miles de años.

‘Adán y Eva fueron negros africanos’, así quedó plenamente demostrado en 1961, cuando Watson y Crick descodificaron el ADN de nuestras células, encontrando, además, que ese código genético se repite, con mínimas variaciones, en todos los seres de la naturaleza. Francisco de Asís no se equivocó cuando los llamaba ‘Hermanos de la Casa Común’.

Entre 1990 y 2005 develaron que el ‘Genoma Humano’ practica la más genuina democracia, demostrando, científicamente, que: ‘No existen razas: todos somos miembros de la especie humana’, de modo que blancos, negros, asiáticos, indígenas, árabes, tenemos una misma raíz con matices en el color de ojos, piel y cabellos, derivados de la presencia, en mayor o menor grado, de Melanina, pigmento natural que brinda protección contra las radiaciones solares, inexplicablemente convertido en excusa perfecta de bellacos promotores de esclavitudes, discriminación y exterminio. Es cierto: todos somos primos hermanos: Trump y Maduro, Pinochet y Mandela, Luther King y Hitler, Uribe y Petro, Gandhi y ‘Tirofijo’, Teresa de Calcuta y Mussolini, los niños guajiros corroídos por la hambruna y los comensales de Buckingham.

Los científicos aún no lo confirman, pero seguramente ocurrió una maléfica mutación en el intrincado acople de los genes del ser humano, pues mientras abejas, hormigas y pájaros del monte conviven pacífica y equilibradamente desde tiempos inmemoriales, a nosotros nos agobian las guerras, debatiéndonos entre el hambre y la ostentación; la libertad y la esclavitud; la misericordia y la avaricia.

Y es que nadie entiende que, frente a tanta abundancia de recursos naturales, 2.800 millones de seres humanos, casi la mitad de la población mundial, sobreviva solo con dos dólares al día; 448 millones de niños menores de cinco años sufran desnutrición, 19.000 mueren diariamente de enfermedades prevenibles y 6.400 de física hambre, es decir: ¡5 cada hora! mientras el 20% de la población usurpa el 90% de las riquezas.

En Cartagena de Indias, campeona perenne de la exclusión social, Pedro y Juana con su recua de hijos, todos ellos primos hermanos de Donald Trump, sobreviven en casas de latas, cartones e indiferencia, suplicando una moneda, apegados, no a la justicia terrenal, sino a los raquíticos milagros.

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