Columna


Dupla lacerante

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

03 de enero de 2017 12:00 AM

Nuestra bellísima ciudad, que como perla encantada ilumina este Caribe del alma, vive sus horas contadas si en este 2017 quienes fuimos elegidos por la decisión de una mayoría, no somos capaces de controlar y contagiar proactivamente a los ciudadanos.

La congestión humana de albergue de sueños encantados se desorienta con las duplas de agentes del orden que tratan aparentemente de hacer más segura, más apacible y más tranquila esta maravillosa urbe, que para enero del presente año sigue con sus brazos abiertos.

El primero de enero, después de recorrer una ciudad desierta, huérfana de vigilantes del orden nos topamos en la avenida tercera de Bocagrande una dupla verde azulenca que en el momento de luz que tenemos no saben si es más saludable cultivar el turismo o anidar la soñada esperanza de una recompensa que está más allá del emolumento, y que nutre sus ansias del rebusque.

Estos servidores amigos del orden público y del tránsito, son señalados por ciudadanos afectados donde nuestro corazón nos dice que de una parte sean bienvenidos como refugio de la integridad personal, mientras que ellos allá en la intimidad de su ser tratan de controvertir las realidades para merecer la “generosidad” de los conductores.

Hay que revisar porque si no hay convenios con los verdes estos usurpan la labor de los azules, ¿será que todos los azules están autorizados para ‘comparendar’ si los de OPS no están autorizados para ello? La dupla anda en motos particulares, muchos sin retrovisores, con placas ilegibles, como algunas grúas que tampoco le funcionan los stops, haciendo cruces indebidos, excediendo velocidades y luego fabrican retenes pobres en señalización, ideales para una pesca selecta.

Comandantes, están obligados a respondernos los interrogantes como también aplicar señuelos civiles dotados de cámaras que registren los procedimientos y verifiquen los puestos de control improvisados bajo la premisa de la seguridad.

Cartagena no tiene más resultado en seguridad y orden por la motivación de conseguir ‘picúas’ que esta dupla lacerante viene implementando. Mientras tanto, camiones de aseo y de descargue se pasean en horarios diurnos junto a bandoleros sin antecedentes con licencias monetarias que hacen camino al andar, con el valor agregado del nuevo código de policía que fue parido en la Heroica, sin la cuna de la socialización de los deberes policiales y derechos del ciudadano.

Si la movilidad se constituye en una necesidad imperante del mejoramiento de la competitividad y calidad de vida de una ciudad, la parte humana asignada para su articulación y acciones sujetas a la ley debe gozar de las mejores condiciones de formación, inclusive de presentación física, donde el pensamiento, uniformes y abdomen desmedidos subestiman las actuaciones por el contraste de la deformación y la indisciplina.

*Concejal del Partido de la U

protocoloconcejodecartagena@gmail.com

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