Columna


Educación, una entelequia

CARMELO DUEÑAS CASTELL

17 de octubre de 2018 12:08 AM

Aristóteles, fue quien acuñó el término. Entelequia es una fuerza vital mística, inmaterial, fuente y fundamento de vida; es el fin o el objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona; logra su plenitud al hacer realidad el fin para el cual estaba predestinada.

Y en toda actividad la educación es una fuerza transformadora. Por ello toda inversión en educación está más que justificada. Resulta increíble lo que ocurre en Colombia y que motiva las marchas de estudiantes, docentes y directivos de universidades públicas. Mucho ha cambiado la educación superior en Colombia en dos décadas: aumentó la cantidad de estudiantes de pregrado en un 57% y los de posgrado en un 184%; aumentó la cobertura en más de 20 puntos porcentuales; la deserción disminuyó; la empleabilidad de los egresados es del 81%; y en productividad ni se diga, los grupos de investigación aumentaron 103% y las patentes se incrementaron un 4.160%.

Paradójicamente la inversión por estudiante disminuyó en 44% de 1993 a 2017. Además, de los 37.923 maestros de universidades públicas, solo 12.570 son de planta; el resto padece condiciones laborales muy difíciles. El doloroso ejemplo es la Universidad Nacional: cada estudiante de pregrado le cuesta 9’900.000 pesos por año y la matrícula promedio es de 1’400.000 pesos. En 1993 la nación le daba 10’825.000 pesos por estudiante, en el 2018 solo le entregó 4’785.000 pesos. De allí el déficit de varios billones de las universidades públicas.

Otro punto en la discusión es el programa Ser Pilo Paga. Como principio es bueno. Sin embargo, el 87% de su presupuesto terminó en las universidades privadas. Con ese dinero, se habrían podido vincular casi 300 mil estudiantes a las universidades públicas. Es imposible que una universidad pública compita con una privada cuyas matrículas son 5 a 10 veces más caras. Mientras las universidades públicas aumentan cobertura y mejoran en calidad, su presupuesto se reduce. Lo ideal sería que el aporte estatal fuera proporcional, como un “pago por resultados”. Pero no, el objetivo estatal con las universidades públicas parece ser el mismo que ya consiguió con la mayoría hospitales estatales, esto es, acabarlos.

Desde Platón y Aristóteles se sabe que el hombre debe ser formado. En el Renacimiento se aceptó que la educación era el camino para perfeccionar al individuo como miembro de la sociedad.

Pasado mañana debe aprobarse el presupuesto nacional para 2019. Si bien el presupuesto en educación es grande (38,7 billones), solo 10% es para la universidad pública. Preocupa que el presupuesto de Defensa es casi igual (33,6 billones). Aún no hemos entendido que nunca lograremos el orden con la represión o por la fuerza. Bueno, ya lo decía Nelson Mandela: “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

*Profesor Universidad de Cartagena

crdc2001@gmail.com

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