Columna


El año de continuar

JULIANA DE ÁVILA ROMERO

30 de diciembre de 2021 12:00 AM

Muchos teníamos nuestras vidas en pausa antes de que llegara la pandemia de la COVID-19. Estábamos en el mismo trabajo que no nos complacía del todo, prometiéndonos empezar un montón de cosas que nunca iniciábamos, haciendo lo mismo esperando tener resultados distintos en el trabajo, en la salud, en las relaciones familiares, y por supuesto no nos movíamos, permanecíamos estáticos supliendo lo básico para no morir de hambre o frío.

Entonces llegó como un huracán la pandemia del nuevo coronavirus. Se llevó tanto, que ya es hora de sacudirnos y plantearnos ¿qué salió de todo este dolor e incertidumbre? No, no lo romantizo, nos quitó mucho, a algunos todo o casi todo, fue sin duda una gran cachetada para esta humanidad acomodada y con creencias de ser invencible, fue pérdida pero también fortaleza; fue dolor pero también un despertar, y nos movió. Lo que nunca lograron las listas de propósitos para el Año Nuevo, lo logró este momento tan cruel y despiadado para la humanidad: nos hizo ver lo realmente importante y accionar para acercarnos a eso.

Yo, por ejemplo, reconocí el valor del tiempo en casa. Había estado por años pensando que el dinero era la prioridad, me quejé por años de la soledad que sentía, reclamé por un tiempo en familia para el que yo misma no tenía tiempo, lo escribí en mi “to do list” millones de veces: “Pasar más tiempo en familia”.

Y entonces en la pandemia, perder a familiares y amigos me despertó. ¿De qué sirve mi cuenta llena cada fin de mes si nunca pude despedirme de esa persona que quería?, si no celebré ese triunfo de mi sobrino, si no abracé a mi hermana en su último cumpleaños... La familia ganó.

Pero no solo la vida familiar. Ese reto implícito en el uso de la mascarilla o del gel antibacterial de cuidarnos al tiempo que cuidábamos a otros, hizo que preguntas tan simples como el “¿cómo estás?”, se convirtiera en fundamental, una pregunta para hacer desde el corazón y recibir la respuesta con atención.

En medio de la pandemia sufrimos la pérdida de nuestro gran amigo y colega Ernesto Taborda, y si hay algo que me hizo más difícil el momento fue no haber preguntado “cómo estás”, pero sí haberlo llenado de mis “así me siento”.

Me hizo pensar en cuántas veces pude hacer algo por los demás si mi pregunta hubiera sido desde el corazón y no desde el protocolo.

Mi invitación hoy, mis queridos lectores del periódico El Universal, es a priorizar lo vital, a arriesgarse, a cumplir tus sueños, a hacer los cambios que requieras, y a comunicarnos con los demás desde el corazón, con nuestros sentidos alertas, y a movernos, a continuar...

¡Un feliz año para todos!

*Comunicadora social.

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