En contextos diferentes a tu mundo referencial, es común hablar del arte de la mentira política. Viene muy bien en época electoral. La mentira política es el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables. Esta expresión se encuentra consignada en un pequeño opúsculo del mismo nombre, el cual fue redactado en el siglo de las luces y atribuido a Jonathan Swift.
En esa perspectiva, surgió el interrogante de la conveniencia de engañar al pueblo. La respuesta es afirmativa de parte del autor de ese ensayo. En esa proyección, se visualiza la mentira política como un arte, porque es una práctica útil y noble, cuyo fin es hacer creer al pueblo falsedades para su beneficio, teniendo en cuenta que este tiene la necesidad de creer y por ello hay que alimentar sus creencias.
En ese texto se destapa la práctica corriente de la mentira con objetivos políticos. En él se distinguen tres tipos de mentiras. La mentira calumniosa es aquella que tiene como objetivo despojar la reputación del adversario. La mentira por adición es aquella que ensancha las virtudes del amigo y los vicios del enemigo. La mentira de traslación es la que transfiere de un hombre a otro el mérito de una buena o mala acción.
Las referencias sobre ese texto aluden a la acostumbrada compañía de política y mentira. Precisamente, el arte de la mentira política adquiere una condición sistémica y para ello el documento sugiere la creación de una organización de mentirosos para conferirle la dignidad que se merece. Esta actividad tiene sus reglas y por ello las mentiras políticas no deben anunciar catástrofes, ni aterrorizar con futuros infernales, pues el pueblo puede acostumbrarse y llegar a resultarle familiares, perdiendo entonces su eficacia.
La mentira política adquiere un carácter universal e intemporal. Mantiene el arte de la mentira política su pertinencia, pero cambiando sus mecanismos de difusión y en virtud de ello sus notables progresos. La sociedad de la información y el conocimiento marca una nueva época de la mentira política en el interregno del siglo XX y el XXI; sus mecanismos de difusión son variados en el campo del ecosistema mediático. Estos son utilizados con prontitud por los agentes y organizaciones de mentirosos en los mass media y en redes sociales.
No obstante, los políticos de esta época mienten con torpeza. La mentira política no está esbozada para políticos carentes de talento. Quienes mienten mejor: la derecha o la izquierda. Quién miente mejor, el clientelista o el populista. Quién miente mejor, el gobierno o sus opositores. En democracias imperfectas, los mentirosos políticos encuentran un escenario favorable para su accionar. Utilizan la trampa social de la corrupción para implementar falsedades saludables.
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