Columna


El Callejón Román

WILLY MARTÍNEZ

31 de mayo de 2023 12:00 AM

Muchas cosas quiero contar del callejón donde pasé mis primeros años. He amanecido pensando en la tienda que abrió Luz Marina Martínez Lugo al lado de nuestra casa. Por darle categoría de supermercado la bautizó con el nombre de “El Económico”. El otro día Emigdio Morales recordaba la tarde en que hurtamos dos botella de vino Moscatel en “El Económico”. Gustavo Martínez Cabrales distraía a su tía Luz Marina mientras Emigdio y yo asegurábamos las botellas dentro de unos guantes de béisbol. Fuimos hasta el Club de Pesca, nos las tomamos con ansiedad brindando frente a la bahía. El fuerte empezó a darnos vueltas, tanto que salimos abrazados cantando “Roberto Ruiz” y al llegar al callejón Román la tía Luz Marina descubrió el tufo de moscatel que traíamos los tres ladronzuelos.

Varias veces Emigdio, Gustavo y yo jugamos a la botella en la sala de las Emiliani, donde se congregaban amigas de la familia. Hasta que un día llegó don Enrique Emiliani y todos salimos corriendo, dejando el cuerpo del delito dando sus últimas vueltas en medio del salón. La botella de Kola Román desgastada por la barriga ocupó un lugar en un rincón del bar de don Enrique y ese día el juego terminó. “El Económico” lo compraron las hermanas Luchy y Elena Méndez un tiempo después. Su última dueña, Ana Muñoz, construyó en ese sitio un edificio que aún existe.

Otro lugar que convocaba a la juventud era el “Puya Sapo” de Yolanda Emiliani Román, iluminado con luces de neón. Julia Isabel Pombo y sus primos Vélez Pombo eran los guardianes del kiosko. Más tarde, por la puerta del campo de la familia Osorio, Ana Tulia Gómez puso su mesa de fritos. La destreza y conocimiento en esos manjares populares la llevó a convertirse en la campeona de los festivales del frito en la Candelaria. Invité a Ana Tulia a Jamaica, donde la cultura gastronómica majaba otros sabores. El patacón con queso era novedad ante la ausencia del queso criollo. Las filas para probar la empanada con huevo y las carimañolas eran largas. La primer ministro Portia Simpson Miller y mi amiga Anette Insanally degustaron varias y aplaudieron a Ana Tulia, quien además bailó cumbia con el músico del reggae Fredy MacGregor.

Alegría especial nos embargaba cuando escuchábamos las notas del acordeón de Mario Rafael Alario en las noches alegres del “Puya Sapo”. Todavía el brindis con Kola Román espumosa nos trae los gratos recuerdos del juego de la botella y, el descubrimiento de los primeros besos dulces que dimos por el inolvidable callejón Román de Manga, donde en los patios se oían a los mangos hablar de amor y a los icacos cantar románticos boleros con pájaros que se fueron y jamás volvieron.

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